Por @Alvy — 23 de diciembre de 2016

Tras el desastre del terremoto + maremoto de Japón que afectó a la central nuclear de Fukushima los científicos tomaron muestras sobre el terreno para vigilar el estado de la contaminación radioactiva. De modo que en 2015 capturaron un salmón (al que llamaremos cariñosamente «ojitos») en el que encontraron muestras de cesio-137, un isótopo radioactivo que no existe de forma natural en sino que es artificial, creado por el ser humano (como parte del proceso de la fisión nuclear de las centrales).

Lo extraño de la historia es que de todas las muestras de agua marina y peces tomadas en diversas partes del Pacífico durante tres años –incluyendo Canadá– entre las que había cerca de 400 peces, tan solo se encontraran restos de cesio-137 en uno de ellos: «ojitos». Al ser una muestra inequívoca no dan lugar a dudas de su procedencia: Fukushima.

La forma de comprobar que efectivamente se trataba de radioactividad de Fukushima fue concentrarse en el isótopo cesio-134, cuya vida media es corta, de unos dos años, de modo que cuando se van comprobando las cantidades presentes a lo largo del tiempo cada vez hay menos y menos, siguiendo el patrón de una descomposición radioactiva.

Ojitos

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