En diversas revistas científicas se está hablando sobre un trabajo publicado por unos científicos de hospitales de Berlín y Cincinnati que llevan tiempo dedicándose a grabar con electrodos la actividad cerebral de algunos pacientes exactamente en el momento de la muerte.
- Terminal spreading depolarization and electrical silence in death of human cerebral cortex [Annals of Neurology]
Esto que da un poco de yuyu se ha hecho con el consentimiento de los pacientes (nueve en total), sus allegados y abogados, en pro de la ciencia. Todo por intentar desvelar qué sucede exactamente en las neuronas del cerebro cuando llega el momento final. Y para poder calcular con mayor precisión hasta qué momento pueden ser útiles las técnicas de resucitación – algo importante para determinar si la isquemia cerebral es irreversible o el cerebro todavía puede recuperarse.
La mayoría de los pacientes en cuestión ya tenían daños cerebrales previos (por ejemplo por haber sufrido un accidente de tráfico) pero aquí se trataba de analizar con más precisión ese momento final, algo que describen como «silencio y despolarización de las neuronas». Era algo que ya se había hecho en los años 40 con animales pequeños (conejitos) registrando con electrodos lo que sucedía tras bloquearles temporalmente la arteria carótida para impedir que la sangre les llegara al cerebro.
La conclusión es que tras unos minutos de falta de riego sanguíneo y oxígeno las neuronas se «apagan», pero en dos fases distintas: en el primero todo el cerebro queda «silenciado» a la vez: cuando las neuronas detectan que hay escasez de oxígeno e intentan acapararlo frenéticamente de todas las formas posibles – en una especie de «ola» que se expande desde el punto dañado.
Las neuronas se «despolarizan» y pasan una especie de «modo silencioso», ahorrando toda la energía posible –lo que les permite mantener su carga eléctrica– pudiendo recuperarse si acaso el oxígeno se reestablece. Si esto no sucede –que es lo normal– simplemente se acabó. Si se reestablece el oxígeno, incluso pasados algunos minutos –hasta cinco, aunque lo definen como «un valor un poco ambiguo»– la actividad de las neuronas vuelve a surgir.
Dado que el tiempo exacto que dura esa segunda fase es variable y no hay una forma precisa todavía de determinar cuándo es del todo irreversible, dicen que esto puede abrir algunos debates éticos – aunque parece claro que volver a la «polarización» no es posible pasados esos pocos minutos, lo que además requiere una intervención externa porque no es algo que suceda espontáneamente.
(Vía Live Science + RealClear Science.)