El cometa ATLAS despachurrándose - NASA, ESA, D. Jewitt (UCLA), Q. Ye (University of Maryland)
Cuando lanzamos una sonda espacial hacia otro astro su trayectoria se calcula con años de antelación. Y más si la trayectoria va a usar la asistencia gravitatoria de algún planeta. Este es el caso, por ejemplo, de la Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Lanzada el 10 de febrero de 2020 su objetivo es entrar en órbita alrededor del Sol para estudiarlo. Pero aunque va contra nuestra intuición viajar de la Tierra al Sol es muy complicado, fundamentalmente porque cualquier cosa que despegue de la Tierra comparte la velocidad orbital de nuestro planeta y hay que perder buena parte de ella si queremos que se pueda acercar al Sol.
Así que la Solar Orbiter va a usar asistencias gravitatorias de la Tierra y Venus para alcanzar su órbita de trabajo. Y esa trayectoria, como decíamos antes, está calculada desde hace años, igual que lo estaba la fecha de lanzamiento para poder encontrarse con ambos planetas en el momento adecuado para usar su gravedad para cambiar la trayectoria de la sonda.
Todo esto requiere de una gran preparación. Pero a veces viene la serendipia y nos hace un regalo.
En esta caso la serendipia intervino con el descubrimiento del cometa C/2019 Y4 (ATLAS) el 28 de diciembre de 2019. Porque resulta que, una vez analizada su órbita, la Solar Orbiter va a pasar por sus colas. En concreto atravesará su cola de iones entre hoy y mañana y la cola de polvo el 6 de junio. No será la primera vez que una sonda atraviese la cola de un cometa pero hasta ahora estos cruces siempre habían sido descubiertos a posteriori a la hora de analizar los datos enviados a Tierra por las sondas involucradas.
Pero en este caso, al haberlo descubierto con tiempo, cuatro de los diez instrumentos de la Solar Orbiter estarán encendidos para recoger datos del entorno mientras atraviesan la cola de ATLAS. Esto ha obligado a darse un poco de prisa con la activación de los instrumentos, pues en principio iban a estar listos para el 15 de junio para aprovechar la primera aproximación de la Solar Orbiter al Sol.
El cruce, que ocurrirá a una distancia de 44 millones de kilómetros, fue descubierto por Geraint Jones, del Mullard Space Science Laboratory del University College London en el Reino Unido. Lleva 20 años investigando este tipo de encuentros, y de hecho detectó el primer cruce fortuito en 2000, mientras investigaba una extraña perturbación en los datos registrados por el satélite de estudio del Sol Ulysses de la ESA/NASA en 1996. Dicho estudio reveló que la nave había atravesado la cola del cometa Hyakutake. Poco después del anuncio, Ulysses cruzó la cola de otro cometa y, después, de un tercero en 2007.
Así que gracias a Geraint y la serendipia podremos «acer la cencia» un poco más.