Por @Wicho — 15 de noviembre de 2015

Espectro de la voz de una niña
Imagen CC por _Tasmo

Me ha parecido muy interesante el artículo ¿Qué hay en una voz? de Michele Catanzaro, Astrid Viciano, Philipp Hummel y Elisabetta Tola en el que se analiza el uso y abuso de las pruebas de voz en los tribunales.

Según cuentan los autores la fonética y lingüística forense son algo mucho menos exacto de lo que la mayoría suponemos, tanto por la falta de regulación del sector –no existe ninguna ley que establezca los requisitos para ser perito lingüista– como por el charlatanismo –supuestos expertos que se permiten hacer análisis de grabaciones en idiomas que no conocen– y las divisiones dentro de la misma comunidad científica, que entre otras cosas se enfrenta a la no existencia de una base de datos que pueda permitirles generalizar los resultados.

Como dicen los autores, si en una escena de un crimen se encuentra una huella del 52 los investigadores pueden reducir mucho el campo de sospechosos porque sabemos a ciencia cierta que es mucho más raro que alguien calce un 52 que, por ejemplo, un 42.

Sin embargo, en el caso del análisis de audio no existen esas bases de datos; tan siquiera hay consenso en cuales son las características fundamentales a analizar ni en cómo hacerlo.

Hearing Voices

En Hearing Voices los autores están publicando casos de todo el mundo en los que el uso de la voz ha sido controvertido.

Así que la próxima vez que veas como en CSI identifican sin problemas a un malote a partir del análisis de una grabación de audio, ponlo en cuarentena, igual que cuando amplían y amplían cualquier imagen digital hasta el infinito y mas allá sin que pixele ni nada parecido.

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