Después de que en las dos últimas ocasiones en las que tripulantes de la Estación Espacial Internacional volvieron a tierra a bordo de una cápsula Soyuz TMA los aterrizajes se produjeran a cientos de kilómetros del punto previsto se detectó que esto había sido causado por un problema con uno de los pernos explosivos que sirven para separar la cápsula de su módulo de propulsión antes de que se produzca la reentrada en la atmósfera.
Cápsula Soyuz TMA sin separar de su módulo de propulsión - NASA
Al no funcionar correctamente ese perno la cápsula y el módulo en cuestión permanecieron unidos en ambos descensos durante más tiempo del previsto, lo que modifica seriamente las características aerodinámicas de las cápsulas e hizo que estas no siguieran la trayectoria prevista.
En ambos casos las fuerzas aerodinámicas terminaron por separar la cápsula y el módulo de propulsión antes de que se produjeran daños demasiado serios y el piloto automático fue capaz de retomar el control y llevar a cabo lo que se conoce como una reentrada balística, que si bien es más incómoda para los tripulantes es menos compleja desde el punto de vista del control, y esto fue lo que hizo que al final aterrizaran lejos del lugar previsto.
Con el objetivo de evitar que esto volviera a suceder durante el retorno de la Soyuz TMA-12 con los cosmonautas Sergey Volkov y Oleg Kononenko y el turista espacial estadounidense Richard Garriott a bordo los dos cosmonautas realizaron un arriesgado paseo espacial el pasado 10 de julio mientras la cápsula estaba atracada en la Estación Espacial Internacional en el que retiraron el perno que había fallado en las otras dos cápsulas.
La idea al retirarlo era que su ausencia no afectaría a la separación de la cápsula y el módulo de propulsión, y que además al traerlo de vuelta a tierra en un contenedor especial llevado a la ISS por el Discovery en la misión STS-124 se podría estudiar el perno en cuestión para investigar el origen del fallo.
Afortunadamente todo fue según lo previsto tanto al retirarlo, lo cual no dejaba de entrañar su peligro al tener que manipular un dispositivo explosivo, como en el retorno de la cápsula a tierra, tal y como se puede leer en El último turista espacial aterriza en Kazajstán.
De cara a futuras misiones de estas cápsulas James Oberg comenta en Why this space ride won’t be so rough que el problema con estos pernos podría tener su origen en que por cuestiones de cómo están diseñadas las Soyuz una pequeña corriente podría estar pasando a través del perno durante el tiempo que estas permanecen atracadas en la Estación Espacial y que esta corriente sería suficiente como para fundir la pólvora que está en contacto con el cable que la hace detonar de tal forma que esta deja de hacer contacto con él y así no explota cuando debería.
Pruebas hechas en tierra con pernos similares parecen apoyar esta teoría, aunque hasta que se examine el que han traído en la TMA-12 esta no se podrá confirmar.
De ser así la solución pasa por hacer una pequeña modificación en las cápsulas que asegure que el perno y los componentes que lo rodean estén puestos a tierra, con lo que esta corriente no los afectaría.
Por cierto que según se puede leer en Russian spacecraft builder hit by financial crisis el director de RKK Energiya, la empresa estatal rusa que se encarga de construir estas cápsulas, ha expresado su preocupación porque aún no han recibido los fondos necesarios que les permitan asegurar la disponibilidad de cápsulas a partir de 2009, aunque el jefe de la Agencia Federal Espacial Rusa le quitó importancia al tema diciendo que el gobierno se asegurará de que esos fondos lleguen a tiempo.
De no ser así, se daría la curiosa situación de que a partir de 2010, con la retirada del servicio de la flota de transbordadores espaciales de la NASA y la anunciada carencia de cápsulas Soyuz el único programa espacial con capacidad de poner personas en órbita sería el chino, y no está del todo claro que Rusia ni especialmente los Estados Unidos fueran a recurrir a lanzar sus astronautas en una nave china.