Por fin el Endeavour ha podido despegar en la que será su última misión, llevando el Espectrómetro Magnético Alfa a la Estación Espacial Internacional, así como varias toneladas de carga entre suministros y piezas de repuesto.
Como en todos los lanzamientos, y más desde el desastre del Columbia, este ha sido cuidadosamente fotografiado y filmado por un montón de cámaras de foto y vídeo de todos los tamaños situadas en más de 135 ubicaciones distintas, tal y como se explica en All Eyes on the Shuttle.
En concreto, ya sólo dentro del perímetro de la plataforma de lanzamiento hay unas 60 cámaras, algunas de las cuales captan imágenes en infrarrojo, otras en alta definición, algunas a cámara lenta de hasta 400 fotogramas por segundo, y otras a cámara rápida.
Todas estas cámaras, además de las que van en el transbordador y otras situadas en barcos situados bajo la trayectoria, combinadas con las mediciones e imágenes que la tripulación obtiene usando el Orbiter Boom Sensor System sirven para comprobar que el transbordador no haya sufrido daños durante el despegue y para darle el visto bueno de cara a su retorno a tierra.
Según dice Ivan Bush, uno de los miembros del equipo que se encarga de hacer la última revision externa de la nave y de tomar las fotografías que sean necesarias antes del lanzamiento, examinan esas imágenes «cuadro a cuadro».
Por cierto que las nubes blancas que se ven salir disparadas a ambos lados de la plataforma de lanzamiento no son humo, sino vapor de agua en su mayor parte, del sistema de supresión de sonido, que sirve para minimizar los efectos sobre la nave del atronador ruido que se produce durante su despegue y que resulta vaporizada instantáneamente debido a la enorme energía que lleva ese sonido.