A pesar de que las previsiones meteorológicas daban sólo un 30% de posibilidades de que el Atlantis pudiera despegar hoy en su última misión, un porcentaje que a tenor de lo que llovió la noche anterior a muchos nos parecía incluso optimista.
Pero al final la meteorología fue mejorando –una hora antes la previsión era favorable en un 60%– y pudo hacerlo prácticamente a la hora prevista, en el primer intento:
Eso sí, nos dio un pequeño susto cuando a falta de 31 segundos para el despegue el secuenciador automático que se encarga de todas las operaciones detuvo el proceso al detectar que la la cubierta de uno de los ventiladeros de oxígeno gaseoso no se había retraído del todo.
Afortunadamente, desde la sala de control pudieron comprobar a través de las cámaras de vídeo que la cubierta estaba en su sitio correcto y relanzar el proceso, con lo que a las 17:29, hora de España, el Atlantis atronaba por última vez los cielos de Florida.
Ocho minutos y medio después entraba en órbita sin ningún tipo de problema, rumbo a la Estación Espacial Internacional en la última misión de la flota de transbordadores espaciales de la agencia, destinada fundamentalmente a llevar suministros a la ISS.
Es cierto también que el Atlantis y los que esperábamos ansiosos su despegue tuvimos una pequeña ayudita, pues los responsables del programa decidieron autorizar el lanzamiento aunque se incumpliera la norma que impide que haya lluvias en menos de 20 millas de la pista de aterrizaje que usarían en caso de abortar el despegue y tener que volver al Centro Kennedy, pues consideraron que era un riesgo aceptable.
En cuanto a la experiencia de ver un lanzamiento en directo, me remitiré por ahora a mi primer tuit inteligible después de haberlo visto: «No. Tengo. Palabras»… Aunque ya escribiré más a fondo sobre la parte emocional de todo esto.