Por @Wicho — 10 de octubre de 2014

Teide 1 y otros objetos
Teide 1 y otros objetos - vía caosyciencia

Aunque las teorías que manejaban los astrofísicos sobre el nacimiento y evolución de las estrellas ya contemplaban su existencia no fue sino hasta 1995 cuando se pudo observar la primera enana marrón.

Esta primera enana marrón recibió el nombre de Teide 1 porque fue descubierta con el telescopio IAC-80 del Observatorio del Teide del Instituto Astrofísico de Canarias.

Una enana marrón es una especie de quiero y no puedo cósmico: es más grande que los más grandes planetas gigantes pero no tiene suficiente masa como para iniciar el proceso de fusión nuclear que la convertiría en una estrella.

En el caso de Teide 1, situada a unos 400 años luz de la Tierra, su masa es de unas 55 veces la de Júpiter, el planeta más grande de nuestro sistema solar, pero tan solo 0,052 la masa del Sol; su radio es 0,1 veces el del Sol, similar al de Júpiter.

El límite a partir del que se puede formar una estrella está entre las 75 y 80 veces la masa de Júpiter, dependiendo de la composición del objeto, así que a Teide 1 aún le falta bastante para haber podido ascender de categoría.

Pero esto no quiere decir que en su interior no se produzcan reacciones nucleares; de hecho se calcula que la temperatura de la superficie de Teide 1 es de unos 2873 grados Celsius frente a los aproximadamente 6000 del Sol gracias a la fusión de litio en su núcleo, solo que, como decía, no tiene la masa suficiente como para fusionar ni helio ni hidrógeno.

Teide 1 desde un hipotético planeta
Teide 1 desde un hipotético planeta similar a Marte que orbitara a su alrededor - vía Walter Myers

Las enanas marrones son especialmente interesantes para los astrofísicos entre todos los objetos que andan sueltos por el universo porque representan el vínculo, el paso intermedio, entre planetas y estrellas.

El IAC-80, puesto en marcha en 1991, fue el primer telescopio de su tipo desarrollado en España; en concreto fue completamente diseñado y construido por el IAC.

El IAC-80
El IAC-80 - vía Juan Carlos Casado

Con un espejo primario de 80 centímetros, se usa tanto para el estudio de objetos cercanos, como por ejemplo el seguimiento de cometas como en el caso del choque del cometa Shoemaker-Levy 9 en julio de 1994 contra Júpiter, como para el estudio de los más remotos, como los cuásares o las lentes gravitatorias.

Es más manejable que otros telescopios más grandes, y a menudo se usa en conjunción con estos para campañas de observación.

Un detalle anecdótico pero curioso del IAC-80 que descubrí durante una reciente visita con el grupo de #SpaceOptics de la Agencia Espacial Europea es que el ordenador que controla el sistema de movimiento es un PC clónico con 4 megas –megas, no gigas– de RAM y que aún funciona bajo Windows 3.11.

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