Es un poco la pescadilla que se muerde la cola, porque es imposible demostrar que no son malos para la salud, pero toda la evidencia científica disponible hasta ahora dice que no hay nada que pruebe que los alimentos transgénicos sean malos para la salud.
Los datos más recientes vienen de un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU sobre 900 trabajos publicados en los últimos 30 años que dice que estas plantas no se pueden diferenciar del resto y que no hay ni una prueba de que tengan un impacto negativo en la salud de las personas, tal y como se puede leer en La ciencia confirma que los transgénicos son igual de sanos que el resto de alimentos.
El informe de la NAS dice que no sólo no hay ninguna prueba de que dañen la salud sino que de hecho han supuesto un beneficio a la hora de reducir las intoxicaciones por pesticidas y que podrían ser aún más beneficiosos con productos como el arroz dorado, que podría servir para evitar muertes y casos de ceguera por falta de vitamina A; tampoco detecta ningún impacto negativo en el medio ambiente.
Los únicos peros que pone son en cuanto a los efectos sobre la agricultura, donde reconoce que sí han aparecido insectos resistentes a los pesticidas usados cuando no se siguen las normas a aplicar para evitar la aparición de estas resistencias, que los supuestos beneficios económicos a largo plazo para los agricultores pueden ser difíciles de mantener, y que no es cierto que hayan aumentado los índices de producción de soja, maíz y algodón, aunque esta última es probablemente la afirmación más matizable del estudio, ya que depende mucho de dónde y comparado con qué.
Pero en cualquier caso el estudio desaconseja seguir marcando los alimentos que contengan transgénicos como tales si eso se hace para salvaguardar la salud pública.
Lo resume Javi Salas en un tuit:
No supone riesgo un para la salud. Algunas de sus supuestas ventajas no lo son tanto. Otras sí. Soluciona problemas y crea otros.
Son resultados similares a los de un estudio publicado en Journal of Animal Science que analizando 100 000 000 000 animales en un periodo que va desde 1983, cuando no existía el pienso basado en cereales transgénicos, hasta 2011, cuando prácticamente todo el pienso es transgénico, que concluía que no hay efectos para la salud, tal y como contaba J. M. Mulet en Un estudio científico que no verás en los medios.
A tenor de todo esto recomiendo también la lectura de ¿Es seguro comer manzanas? de Guillermo Peris, un artículo en el que explica, entre otras cosas, que «en términos de alimentación no podemos afirmar que haya nada 100% seguro».
El mayor problema, en cualquier caso, es que a quienes se oponen radicalmente al uso de transgénicos les importa muy poco lo que diga la ciencia.