Wanda Diaz Merced es astrofísica, aunque durante un tiempo creyó que su carrera profesional había terminado tras perder la vista, lo que le impedía analizar los gráficos o las imágenes que producían los instrumentos con los que trabajaba.
Pero lejos de darse por vencida pensó que convertir esos datos en sonido podía ser una forma de trabajar con ellos que permitiera detectar patrones en ellos que a simple vista no son aparentes. Para ello los traduce en ritmos y variaciones de volumen y tonos, ayudada por su propia experiencia al haber tenido que ir usando cada vez más el oído según se iba quedando ciega.
Así, su trabajo sonificando datos le ha permitido reconstruir –o reorientar– su carrera, aunque que su experiencia le indica que no sólo personas invidentes como ella se pueden beneficiar de estas técnicas a la hora de detectar sucesos o tendencias que de otra forma podían haber quedado enmascarados entre los datos; es una nueva forma de explorar estos conjuntos de datos.
Claro que dar otro formato a la información no deja de ser lo que hacen los científicos a diario convirtiendo datos captados en longitudes de onda que nuestros ojos no ven en gráficos e imágenes.
Y es algo que también se hace con sonido, aunque muchas veces se trata de experiencias en las que el arte y la ciencia buscan un punto de equilibrio, ya que en absoluto son incompatibles; más bien todo lo contrario.
Así tenemos cosas como el bosón de Higgs en versión heavy metal, la orquesta radioactiva, o el sonido de tau, por citar algunos ejemplos.
Otra cosa que hemos aprendido a hacer recientemente es escuchar el universo en lo que a las ondas gravitacionales se refiere, lo que nos permitirá comprenderlo un poquitín más.
Puede que nuestros sentidos sean «limitaditos», pero nuestra inteligencia y nuestra curiosidad nos han permitido ir más allá de ellos, lo que no está nada mal.
(Gracias por el enlace al vídeo de Wanda, Susana).