He escrito ya en unas cuantas ocasiones que la detección de ondas gravitacionales por parte del experimento LIGO es como si de repente hubiéramos ganado un sentido extra con el que observar el universo, y creo que este gráfico lo expresa bastante bien.
Representa las tres detecciones producidas hasta el momento, GW150914, GW151226 y GW170104, junto con LVT151012, una señal candidata a serlo pero no lo suficientemente buena como para poder confirmarlo, al lado de algunos de los agujeros negros que habíamos estudiado hasta ahora mediante rayos X.
El tamaño de los círculos es proporcional a la masa de los agujeros negros que representan, y es fácil ver que las tres señales detectadas por LIGO y la señal candidata se corresponden con agujeros negros de tamaños muy distintos.
Y los detectados por LIGO son de un tamaño que se sale de aquellos cuya existencia preveían los astrónomos, los formados por estrellas de hasta unas 20 veces la masa del Sol, y lo supermasivos que hay en el centro de algunas galaxias con millones o incluso miles de millones la masa del Sol.
(Vía Alberto Aparici).
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