Suceden cosas raras cuando se meten uvas en el microondas, según vi por ahí. Así que me fui a esa fuente de sabiduría moderna llamada YouTube donde para mi sorpresa me encontré con un montón de vídeos de gente «haciendo pruebas» – y elegí la que me pareció mejor a modo de «experimento casero».
AVISO GENÉRICO DE PELIGRO: Como en todo «experimento casero» con un horno microondas hay que tener cuidado: lo mejor es no dejarlo encendido durante mucho tiempo, mantenerse alejado y que el área esté bien ventilada. Los manuales de microondas no advierten con dibujos de calaveras acerca de «el peligro de calentar uvas» (sólo acerca de objetos metálicos, papel de aluminio, cerillas, plástico y similares) así que podría pensarse que «esto tampoco debe ser muy peligroso». Pero ¡cuidado! Al fin y al cabo es un microondas y es un objeto demasiado pequeño, así que el resultado será algo demasiado caliente –o vaporizado– que podría derretirse o de algún modo dañar el propio microondas. Avisados quedáis.
Para realizar el experimento en cuestión –muy navideño además de un poco absurdo y cafre– sólo se necesitan uvas y un microondas de cocina normal y corriente. El vídeo es un clásico de Veritasium (con un Derek rejuvenecido, porque data de 2011).
Al calentar las uvas se produce plasma, que como explican Derek y el profesor de física Steve Bosi es una especie de «sopa» de electrones con carga negativa mezclados y revueltos con moléculas de aire con carga positiva. Al aplicarles la energía del microondas a las uvas parte de ellas se calientan y emiten chispas y luz en forma de fotones visibles – como en una mini tormenta. (Se ve mejor con poca luz). ¿Por qué sucede esto?
Antes que nada hay que aclarar que parece haber cierta controversia acerca de lo que sucede exactamente: que si lo que se ve es plasma o no, o que «depende de cómo se defina el plasma». Hay quien dice que «sólo es fuego» (aunque según otros eso mismo puede considerarse «una forma de plasma») y que es debido a que se simplemente se incumplen las instrucciones de los fabricantes de microondas al colocar «objetos demasiado pequeños».
En el experimento se pueden hacer ligeras variaciones por ejemplo según cómo se coloquen las uvas. En un P&R del Departamento de Física de la Universidad de Illinois dicen que el tamaño exacto de las uvas puede en cierta medida tener mucho que ver, más que nada por coincidir con la longitud de onda de las microondas, que está entre 1 y 10 mm (1 cm).
También se pueden cortar las uvas previamente por la mitad, lo cual mejora el efecto. El profesor Bosi explica en el vídeo que idealmente cuanto más secas estén, mejor y que de hecho es buena idea cortarlas y quitarles un poco del líquido para luego «pegar» la piel de la uva nuevamente. Esto produce un efecto más «espectacular» cuando reciben la energía de las microondas y probablemente tenga que ver con que el tamaño sea menor de 1 cm. En la sección de física de StackExchange coincidían con esta descripción del experimento – aunque lo califican de «un tanto aburrido».
También es recomendable probar a colocar las uvas bajo un vaso de cristal (en movimiento o en estático) y ver lo que sucede, aunque el vaso absorbe parte de la energía. Esto permite dejarlas más tiempo y obtener destellos más espectaculares – aunque puede que se calienten demasiado. No es tan recomendable usar un vaso de plástico – aunque en el vídeo prueba a ver qué tal porque aunque permite que las microondas lleguen mejor a las uvas el propio vaso puede llegar a derretirse fácilmente.
Todo esto se puede apreciar mejor si se graba a alta velocidad con una cámara de vídeo, aunque la rejilla metálica de muchos microondas hace que no sea fácil captar la imagen.
En la versión loca de Wassabi + CrazyRussianHacker –personajes que sin duda infunden menos confianza que Derek y el profesor Steve Bosi– las pruebas son básicamente las mismas, pero las uvas sueltan humo, chispas y mayores llamaradas – básicamente porque las dejan más tiempo «horneándose» sin el plato giratorio. Ese vídeo sí que merece un gran WARNING! tal y como lleva en el título.
Lo mejor sin duda hacer algunas pruebas en modo «bajo la supervisión de un adulto» para saber cómo va la cosa antes de presentarlo como experimento para asombrar a los amigos, los alumnos o los pequeños de la casa. Y luego, tirar las uvas chamuscadas a la basura, que para empezar el año con la alegría de la más absurda de las supersticiones mejor hacerlo con 12 uvas en perfecto estado, ya puestos.