Hacer vibrar gotas sobre un altavoz en una placa de Petri en la que hay una fina capa de aceite de silicona permite obtener una visualización de las ondas y partículas de la mecánica cuántica que, aunque no sean lo mismo son un buen substituto.
Todo esto lo explica con detalle Derek de Veritasium en este divulgativo vídeo (con buenos subtítulos en inglés y razonablemente mediocres en castellano).
El caso es que las propiedades del aceite de silicona (que hasta ahora sólo sabíamos que era ideal para engrasar cubos de Rubik; de venta en ferreterías) y la fina capa de aire que hay alrededor de la gota hacen que «salten» impulsadas por las vibraciones del sonido: botan y rebotan sin mezclarse con el aceite durante mucho tiempo y entonces suceden cosas. Las gotas miden 1 mm de diámetro pero el aceite nunca tiene un espesor menor de 100 nanómetros.
Cuando las gotas botan generan ondas estacionarias que no se desplazan lateralmente (sólo arriba y abajo): lo que se acaban moviendo son las gotas que caen en algún lateral de las ondas, desplazándose más o menos lentamente. Las llaman cariñosamente «Caminantes». Y aunque se conocen desde los años 70 hasta hace poco nadie se percató del gran paralelismo que hay entre ellas y el comportamiento de las partículas y ondas de la mecánica cuántica.
Entre esos comportamientos con bastante parecido entre este experimento casero y la mecánica cuántica están el famoso experimento de la doble rendija (de Thomas Young) en el que las partículas y las ondas atraviesan dos rendijas para finalmente impactar en una placa fotográfica interfiriendo según cierta distribución estadística; el efecto túnel que les permite atravesar barreras de potencial «violando la mecánica clásica». Y también muestran muestran algo parecido a la cuantización, que produce imágenes muy parecidas a las que se pueden calcular para encontrar las partículas en lugares determinados alrededor de un punto de origen.
Que quede claro: una placa con aceite de silicona con gotitas rebotando porque hay un altavoz a todo trapo no son lo mismo que las ondas y partículas de la mecánica cuántica. Pero a falta de pan, buenas son tortas. Y que un sistema tan rústico proporcione tantas similitudes resulta cuando menos peculiar.