Por @Alvy — 3 de Julio de 2018

Los documentalistas del Lawrence Livermore National Laboratory acaban de subir nuevas versiones remasterizadas de más de 200 películas de explosiones atómicas de sus archivos. Unos documentos gráficos la mar de interesantes, tan espectaculares como estremecedores – y al mismo tiempo importantes para los físicos.

Tal y como contaba Wicho el año pasado cuando se publicaron en una primera versión:

Entre 1945 y 1962 los Estados Unidos detonaron ni más ni menos que 210 dispositivos nucleares para hacer pruebas de desarrollo. Cada una de las detonaciones fue filmada por múltiples cámaras a unos 2.400 fotogramas por segundo. En total se filmaron unas 10.000 tomas distintas que terminaron más o menos abandonadas en distintos depósitos de alta seguridad del país hasta que Greg Spriggs y un equipo de archivistas, expertos en película y programadores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore se pusieron a localizarlas, escanearlas, y analizarlas de nuevo.

Estos nuevos vídeos de las distintas «operaciones» son la mayoría en blanco y negro pero también algunos en color. Están digitalizados a en HD a 1440p (el doble que los 720p que se venían usando hasta ahora). Los grabados a 240 fps se ven un poco mejor a velocidad ×2 más que nada porque son más «llamativos». El original era película de 35mm fotografiada con teleobjetivos a gran distancia –ejem, por razones obvias– que luego se podía ver y revisar en un aparato llamado Recordak.

En este otro vídeo de hace unos meses un físico del laboratorio responde a las preguntas frecuentes sobre las películas de pruebas nucleares y por qué son importantes: se utilizan para calibrar con mayor precisión los tiempos de las cosas que suceden en la explosión (y así alimentar simulaciones y realizar pruebas sin tener que explotar bombas de verdad) y para examinar con más detalle las ondas de choque (al digitalizar la película con más definición).

Algunas de las cosas que suelen examinarse con gran detalle son la radiación, el calor y la onda de choque expansiva (que se mueve a Mach 100, esto es: cien veces la velocidad del sonido). También analizan cómo se comporta la geometría de la explosión según ésta se produjera bajo tierra, en torres o en el aire – que de todo tipo de pruebas hubo.

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