Por @Wicho — 20 de enero de 2025

No, el «Blue Monday» no existe; es sólo un invento publicitario

Desde 2005 cada año resucita cual zombie una historia que cuenta que el tercer lunes de enero es el día más deprimente del año, al menos según una fórmula diseñada por un tal Cliff Arnal, investigador de la Universidad de Cardiff. Eso lo hace merecedor del nombre Blue Monday, lunes triste:

Blue Monday – Se Anuncia Oficialmente El Día Más Deprimente de Enero: el 26 de enero¹ es el día más deprimente del calendario para a mayoría de los británicos de acuerdo a una sencilla fórmula desarrollada para Sky Travel. Teniendo en cuenta varios factores como la temperatura media (C), los días desde la última paga (P), los días hasta el próximo puente (B), las horas medias de luz de cada día (D) y el número de noches del mes en cuestión (N) creamos una sencilla fórmula tal y como C(P+B) N+D […]

Según se cuenta la historia la tal fórmula tiene en cuenta cosas como el clima, lo que te falta para volver a cobrar, las deudas, supuestamente mayores tras las navidades, el tiempo transcurrido desde Navidad, lo que falta para el próximo puente, etc, para calcular cuando cae el fatídico lunes en cuestión. Aunque por otra parte, resulta que siempre es el tercer lunes de enero, valgan lo que valgan los valores de esas variables.

Además es sorprendente que sea el mismo día para cualquier persona independientemente de cuando pueda cobrar (hay gente que cobra cada semana, cada dos, una vez al mes), de la temperatura en donde viva (digamos que no es lo mismo Vladivostok que Río de Janeiro), o del calendario de festivos que se le aplique, que en España tan siquiera es el mismo entre las distintas regiones del país. Por poner algunos peros bastante obvios.

Pero incluso si se restringiera sólo al Reino Unido… Resulta que es todo una invención de Porter Novelli, la empresa de relaciones públicas de la empresa Sky Travel allá or 2005 (no sé si sigue siéndolo). Y tal y como cuenta Ben Goldacre en (MediaSlut – Ideas) + Money = CorporateWhore Porter Novelli le ofreció a varios científicos poner su nombre detrás de la idea del Blue Monday hasta que Arnal aceptó. Vamos, que no fue el tal Arnal el que realizó un estudio para Sky Travel, sino que se limitó a firmar la tontería que le propusieron desde la agencia.

Así que si ves que alguien cuenta hoy lunes (o algún otro lunes) esta historia y no dice que es una soberana chorrada, ya sabes quien no ha hecho los deberes.

Hay más sobre el tema en “Blue Monday” is churnalism, beware any journalist who puffs it.

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¹O el que toque cada año.

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Por @Alvy — 19 de enero de 2025

Atlas del espacio: una visualización interesante de nuestro vecindario en el Sistema Solar

Esta visualización, llamada Atlas of Space es elegante, cómoda e interesante, y además en 3-D, aunque la visualización paralela al plano de la elíptica sea la más práctica. Muestra nuestro Sistema Solar con todos los planetas, lunas y asteroides que por ahí orbitan.

Además de los movimientos y el zoom se puede hacer clic sobre cada objeto para ver sus datos básicos. Unos botones de avance y retroceso en la parte izquierda permiten hacer pasar el tiempo a un ritmo variable, desde 1 segundo por segundo (tiempo real) a 3 años por segundo, lo cual es un poco locura, excepto para los planetas exteriores más lejanos.

De cada planeta se muestran los datos básicos: masa, radio, periodo orbital y demás, incluyendo una lista con todas sus lunas principales. Y lo mismo con los planetas enanos, como Plutón, o los objetos trans-neptunianos, como FarFarOut (2018 AG37) que yo no sabía ni que existiera, y que está a 132 veces la distancia que hay entre el Sol y la Tierra.

Relacionado:

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Por @Wicho — 16 de enero de 2025

Hay una cuestión medio filosófica medio paja mental que se plantea si hace ruido un árbol que cae en medio de un bosque sin que haya nadie para oírlo. Pero ahora ya sabemos que si cae un meteorito al lado de una casa sin que haya nadie para oírlo sí que hace ruido. A menos, claro, que consideremos que una cámara de seguridad es alguien. Lo que da pie a más filosofía. O a más pajas mentales.

En cualquier caso, el vídeo de arriba fue grabado el pasado verano por la cámara que Joseph Velaidum tiene instalada en la puerta de casa en la Isla del Príncipe Eduardo en Canadá y recoge el momento del impacto de un meteorito. Él no estaba en casa porque había salido a pasear a los perros. Al volver se encontró con los restos del impacto:

La descripción
El piñazo cósmico – Joseph Velaidum vía Colección de Meteoritos de la Universidad de Alberta

Extrañado, fue a mirar lo que había grabado la cámara y se encontró con lo que se ve arriba. Luego, a sugerencia de un amigo, recogió los restos y se puso en contacto con la Universidad de Alberta, que pronto pudo confirmar que eran los restos de una condrita, el tipo más habitual de meteoritos.

La descripción
Los restos – Colección de Meteoritos de la Universidad de Alberta

Chris Herd, el responsable de la colección de meteoritos de la universidad, está razonablemente convencido de que es la primera vez que se ha grabado en vídeo y audio el impacto de un meteorito. Calcula que en el momento del impacto el meteorito debía estar moviéndose a unos 200 kilómetros por hora, la velocidad terminal en la atmósfera. Nada comparado con las velocidades cósmicas pero suficiente como para haberle causado una importante avería de haberle dado a alguien.

Y con tantas cámaras en el mundo y el monstruo del lago Ness sin aparecer, HOYGAN.

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Por @Wicho — 15 de enero de 2025

Estado en el que ha quedado la Sala Tornamira, cuya hipotética reparación promete ser costosa y prolongada en el tiempoDesde hace muchos años tengo una relación profesional con el Planetario de Pamplona por mi trabajo en el MundoReal™. Y de amistad con muchas de las personas que hicieron de él lo que es y representa. Por eso ayer me desperté sobrecogido con la noticia de que había sufrido un incendio, sensación que sé que comparto con cualquier persona mínimamente preocupada por la divulgación científica.

Una de esas personas es Nacho López–Goñi, quien además por proximidad física y por todo lo que ha hecho allí sin duda lo ha sentido aún más. Hoy ha publicado un bonito texto sobre esto que le he pedido permiso para reproducir en Microsiervos con la esperanza de que pueda ayudar mínimamente a que el incendio no sirva de excusa para cerrar nuestro querido Pamplonetario, que ha quedado arrasado:

Las imágenes del Planetario de Pamplona en llamas y la noticia de su destrucción suponen un triste suceso para la ciudad, para toda Navarra, y para todos los que nos dedicamos a la comunicación y la divulgación científica en España.

El Planetario de Pamplona lleva más de tres décadas dedicado a la divulgación y la comunicación de la ciencia. Desde su nacimiento en 1993, ha sido un centro pionero y ejemplar, y un Planetario con mayúsculas para muchísimas personas y apasionados de la divulgación científica. Los que trabajamos en este campo hemos visto al Planetario de Pamplona y a su equipo de trabajo, liderado durante muchos años por Javier Armentia, como un referente de la comunicación de la ciencia. Un equipo que ha sabido transmitirnos su pasión por la ciencia.

Esta institución se convirtió en el primer centro de cultura científica en nuestro país que incorporaba otros contenidos culturales para abordar temas de importancia social de forma abierta y multidisciplinar: cursos, conferencias, conciertos, teatro, espectáculos audiovisuales, etc. Actividades que acogen cada año a más de cien mil personas. Por otra parte, ha diseñado programas y actividades para centros educativos llegando a más de veinte mil escolares cada curso, más de una tercera parte de fuera de la Comunidad foral. Miles de niños y niñas, y jóvenes, que han pasado por el Planetario y se han quedado fascinados con la ciencia, en este caso con la astronomía, y con el conocimiento de nuestro cielo.

El Planetario, desde su creación, se fue configurando como uno de los nodos más activos de la conexión entre la ciencia y la sociedad. Su actividad ha permitido que el público de todas las edades se involucre en la exploración del mundo natural y comprenda cómo la ciencia contribuye a nuestro bienestar. Y esto es muy importante, porque avanzar en la cultura científica de la población supone avanzar en su desarrollo social, económico y político. La difusión de la ciencia es también una manera de transferir el conocimiento a la sociedad.

La ciencia es cultura y la cultura científica contribuye a disminuir las fake news, los bulos, las supersticiones, el oscurantismo… Aumenta la capacidad crítica de los ciudadanos y derriba miedos, hace a la gente menos manipulable y más libre. Una sociedad mejor formada científicamente es en definitiva más democrática. Lo comprobamos, por ejemplo, con la desinformación que vivimos durante la pandemia de COVID19.

El Planetario de Pamplona fue una institución creada específicamente para la divulgación científica, y desde entonces ha desarrollado extraordinariamente su labor. Detrás, hemos sido otros los que hemos seguido con este apasionante cometido: universidades, museos, asociaciones, etc., en muchas ocasiones colaborando entre nosotros. Está claro que queda mucho por hacer, pero esta cooperación entre diferentes instituciones, sobre todo aquella que incluye la integración público-privada, está consiguiendo que la comunicación y la divulgación de la ciencia adquieran en Navarra una posición cada vez más relevante.

Insisto, la destrucción del Planetario de Pamplona supone una gran pérdida no solo para la ciudad y para Navarra, sino para todo el mundo que nos dedicamos en España a este tema. Por eso, quiero transmitir mi apoyo y mi solidaridad a los que trabajan y han trabajado durante estas más de tres décadas para sacar adelante un Planetario que ha sido pionero y único en España. Es un día de luto para la divulgación de la ciencia en nuestro país y realmente espero, que, como el ave fénix, resurja de sus cenizas con más fuerza, si es posible. Nuestro apoyo y un abrazo para toda la familia del Planetario de Pamplona.
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