Por @Alvy

Una moneda que puede «lanzarse» en un auténtico proceso cuántico para lograr la aleatoriedad perfecta

Cara: Shrödingger. Cruz: Psi, la función de onda de un sistema cuántico. Todo bajo el lema Ex fluctus veritas, que sería traducible como «La verdad de las ondas». Qué mejor representación de una moneda cuántica que cae cara o cruz en el 50% de los lanzamientos simulados… pero con precisión matemática, porque el resultado procede de un ordenador cuántico de verdad y, por ende, de un proceso físico genuinamente aleatorio.

Basta girar un poco la moneda con el ratón o el dedo para realizar el «lanzamiento»; el resultado aparece en unos pocos segundos. En la parte inferior de la pantalla, un recuento de las caras (H) y cruces (T) permite ver cómo va una serie. Con el tiempo debería aproximarse cada vez más al 50%-50%, aunque tiene la variabilidad lógica y esto puede hacer que haya que esperar bastante para aproximarse lo suficiente al resultado ideal.

El enlace de la derecha puede verse a qué QPU (Unidad de Procesamiento Cuántico) de la plataforma pública de IBM se está conectado; en este ejemplo era al Eagle e3 de 127 qubits. Allí hay más información sobre el hardware, cómo funciona y cómo se programa.

Algo que siempre me ha dado para pensar es de dónde procede esa aleatoriedad auténtica y última en esos procesos cuánticos: tan perfecta que garantiza un azar perfecto, pero al mismo tiempo tan esquiva que es totalmente impredecible. ¿Qué hace que sea realmente tan sutil y adecuada? ¿De qué depende? ¿Tiene una base matemática o hay algo más? Misterios que por mucho que investigues son difíciles de desentrañar, casi tanto como de dónde proviene esa aleatoriedad primigenia.

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Por @Alvy

Central nuclear osé Cabrera / Zorita. Foto: Foro Nuclear

Un buen amigo me pasó unos antiguos PDF escaneados de un artículo de la revista Nuclear Engineering de 1995 en el que se explica cómo en enero de 1994, durante una inspección en la central nuclear José Cabrera, también conocida como Zorita, se detectaron varias grietas. El problema se repararía tras año y medio de trabajos, de modo que todo volvió a funcionar con normalidad desde entonces. Los ingenieros que trabajaban allí fueron clave en la detección del problema. Es una historia que me consta que hoy en día cuentan como anécdota, aunque en su momento hubo un poco de susto.

Todo sucedió durante una de las recargas de combustible. Aprovechando las circunstancias, algunos técnicos siguieron el protocolo estándar que incluía una inspección ocular de la vasija del reactor. Un método un poco «a la antigua usanza» que resultó de lo más revelador. Con sus trajes se adentraron en el corazón de la central y al hacerlo se encontraron con algo inesperado: un extraño polvillo blanco que parecía proceder de la vasija del reactor. ¿Qué era aquello y qué hacía allí, donde no debía haber nada?

La muestra que tomaron para examinar indicó tras los análisis que se trataba de depósitos de boro. Este material se había acumulado, como comprobarían con inspecciones de ultrasonidos y corrientes inducidas posteriormente, al pasar a través de varias pequeñas grietas. Por suerte, estos defectos (unas 4 en 20 penetraciones) no habían producido ningún impacto radioactivo ni en el personal ni en el medio ambiente; dependían de su morfología, alineación y ramificaciones.

Según dedujeron después, el daño se debía a la interactuación de ciertos compuestos de azufre que habían entrado en el circuito primario en 1980 y 1981, más de una década antes y que se habían combinado con el refrigerante. Se aislaron las grietas, se soldaron y repararon y aunque el proceso fue lento, año y medio después estaba todo listo.

Se hicieron las habituales pruebas de estrés y cuando se confirmó que las reparaciones garantizaban la seguridad operativa de la planta y que además eran una solución definitiva, todo se volvió a activar. La inspección visual de aquellos ingenieros y su agudeza al identificar aquel «polvillo blanco» fueron clave para detectar el problema a tiempo.

La central nuclear de Zorita / José Cabrera, ubicada en Guadalajara, se cerró oficialmente el 30 de abril de 2006. Todavía está en las fases finales de su proceso de desmantelamiento (al 97%) y está desconectada de la red eléctrica hace años, tras haber producido 36.515 millones de kilovatios durante los 39 años que estuvo funcionando.

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Foto: Foro Nuclear.

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Por @Alvy

Agujero negro atravesando a un hombrecillo con su poderosa onda de choque. (CC) Alvy

¿Podría un agujero negro primordial matar a alguien al atravesar su cuerpo? Todo dependería de la situación, porque para empezar estos «objetos cósmicos» son teóricos, viajan por el espacio y nosotros somos muy pequeños en comparación, aunque seamos muchos.

Los físicos dicen que estos agujeros negros, procedentes del Big Bang, podrían formar parte de la materia oscura y que viajarían a unos 300 km/s por el universo, más o menos a la misma velocidad que la Tierra respecto al centro de la Vía Láctea.

En un extraño y peculiar trabajo, Robert Scherrer se atreve a aventurar cuáles serían los efectos gravitacionales que produciría uno de estos pequeños agujeros negros primordiales al atravesar un cuerpo humano. (¡Glups!)

El caso es que Scherrer se ha entretenido en calcular, en unas pocas páginas, dos posibles escenarios chungos: cómo sería la onda de choque producida por la colisión a velocidades supersónicas y qué pasaría con los efectos de la gravedad en el cuerpo, algo que podría llegar a desgarrar las células, especialmente las del cerebro, si por casualidad impactara justo ahí, en la cocorota de alguien.

La gravedad no sería problema. El efecto gravitatorio del agujero negro primordial sobre objetos cercanos es despreciable por lo pequeño que es y lo rápido que viaja. Lo que tuviera que suceder no sucedería apenas porque casi ni puede interactuar con los obstáculos que encuentra en su camino. Desde luego, nada en comparación con el otro problema…

…Y es que algo malo podría suceder con la onda de choque si su masa fuera superior a 1,4 ×1017 gramos, es decir unos 140.000 millones de toneladas. Eso es mucha, mucha masa; los agujeros negros son espacio-tiempo extremadamente curvado y sumamente condensado, así que es algo que podría darse, aunque sería un objeto más pesado que un informático viejuner contándote sus batallitas con el MS-DOS. Haciendo cálculos se obtiene que su tamaño rondaría los 0,2 nanómetros, más o menos como un átomo de hidrógeno, así que sería una gran masa en un minúsculo espacio, una especie de bala superconcentrada, aunque superdestructiva.

Convirtiendo estos tamaños en probabilidades, teniendo en cuenta la cantidad de agujeros negros primordiales que pudieran existir, cómo estarían repartidos por el universo, cuántos humanos somos y qué «superficie humana» estaría expuesta a los teóricos impactos, la conclusión es que la probabilidad de que sucediera algo mortífero sería de menos de 10-18 «eventos» por año. (Evento = ¡chof!)

El asunto apenas da para película mala de ciencia-ficción; la probabilidad de que alguien fuera atravesado por un agujero negro primordial es prácticamente nula. Pero cosas más raras se han visto, así que atentos a los próximos estrenos en la cartelera.

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Imagen (CC) Alvy.

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Por @Wicho

La descripción
Presentación de uno de los proyectos escogidos para la edición de 2023 – Cátedra de Cultura Científica de la UPV

Tras el éxito de las dos ediciones anteriores vuelve Género y Comunicación de la Ciencia, la jornada sobre comunicación científica y género. Tendrá lugar el próximo 15 de mayo en la Torre Iberdrola de Bilbao.

El objetivo de la jornada es debatir la realidad de la perspectiva de género en el ámbito de la ciencia, el medio ambiente, la salud y la innovación y ver cómo y de qué manera se puede mejorar dicha perspectiva género en este tipo de comunicación.

Ya tenemos casi listo el programa definitivo. Pero una parte importante de él son las aportaciones de personas que están trabajando en algún proyecto interesante centrado en este campo. Y para poder incorporar esas aportaciones necesitamos que nos lo cuentes. Tienes hasta las 23:59 del 18 de febrero de 2025 para enviarnos tu propuesta.

Género y comunicación de la ciencia es un evento de la Universidad del País Vasco, a través de su Cátedra de Cultura Científica, y de Euskampus Fundazioa. Cuenta con la colaboración del Gobierno Vasco a través de su Departamento de Ciencia, Universidades e Innovación; de Iberdrola; y de ETB.

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