Un gesto habitual previo a cruzar la calle es mirar al conductor para comprobar que nos está viendo y acordar con él cómo lo hacemos: si podemos cruzar con seguridad o si por el contrario mejor no poner un pie en la calzada — si comprobamos que el conductor no nos está viendo o si su gesto recuerda a Norman Bates.
Un gesto clave que hacen normalmente ocho de cada diez personas según The Smiling Car, pero que no será posible hacer con los coches autónomos.
¿Qué sucede entonces cuando no haya un conductor al volante?
La respuesta a esta pregunta es The Smiling Car, una idea conceptual destinada a los coches autónomos que utilizan la sonrisa como lenguaje universal, enviando a los peatones el mensaje de que pueden cruzar con tranquilidad: «cuando los sensores del coche autónomo detectan la presencia de peatones, entonces una pantalla en el frontal del vehículo se ilumina formando una sonrisa, confirmando a los peatones que el coche va a detenerse en el paso de peatones», que no va a hacerte daño.