Estaba leyendo sobre los diferentes sistemas de reconocimiento automático de matrículas (en inglés: LPR, license plate recognition) cuando he visto un dato que me ha sorprendido. Y es que no solo existen sistemas de este tipo para detectar infracciones de tráfico y para la gestión de lugares como los aparcamientos públicos; también parece que hay cierto negocio en torno a esta tecnología. Y con los datos, no con las máquinas.
Los tipos básicos de LPRs que hay son tres, tal y como explica la Electronic Frontier Foundation: los fijos, que están instalados en semáforos, puentes y postes de las carreteras; los semifijos, que las autoridades pueden llevar a eventos multitudinarios (como un concierto, partido de fútbol o una «feria de armas» de las que hay en Estados Unidos) y los móviles, que van instalados en coches de policía y vigilancia metropolitana y que son estupendos para leer las matrículas de los coches que están aparcados o para batir rápidamente un área.
En todos estos casos el uso de la información depende de cómo funcione la protección de datos en cada país y para qué se vaya a usar. El debate sobre su privacidad es precisamente largo y complejo. La matrícula suele ser un «identificador único y personal» no solo del vehículo sino por defecto de su propietario (quien además debería poder decir quién conduce el vehículo). Pero también puedes hacer fotos o vídeos por la calle y estar capturando matrículas. ¿Cruzarla con bases de datos oficiales de registro de vehículos? Es complicado, pero no imposible – y también depende de para qué (¿multas? ¿seguros? ¿coches robados?) y cada país. En cualquier caso como información «delicada» se guarda en bases de datos y solo pueden acceder a ellas las personas con autorización. (Que luego esa premisa sirva erróneamente para facilitar hackear un sistema central, mediante ataques técnicos o sobornos con dinero contante y sonante es otra película y no entramos en ello aquí).
La vertiente de negocio que encontré es que parece haber empresas que cuentan con sus propios LPR fijos, semifijos y móviles, con capacidad para almacenar esa información y guardarla «solo al alcance de personas autorizadas» y cuyos servicios se pueden contratar. Entre los casos típicos mencionan en otros «secuestros, personas desaparecidas, robos, terrorismo, crimen organizado y crímenes diversos».
Son empresas como Vigilant Solutions, con un lema propio de vigilantes: «Cuando hay vidas en juego hay que atrapar a los malos». En el acceso a su plataforma de información incluyen tanto esos LPRs propios como los «acuerdos» que dicen tener con centros comerciales, peajes, aparcamientos públicos y demás. La friolera de 150 millones de «detecciones» mensuales que añaden a su gigantesca base de datos que ya tiene 5.000 millones de registros con matrículas, ubicaciones y fechas.