La gente que participa en carreras callejeras —también conocidas como carreras ilegales, aunque no siempre lo sean— se deja cantidades ingentes de dinero para conseguir que su coche sea el más veloz, o al menos el que acelere más rápido. El resultado suelen ser coches transformados hasta lo esperpéntico que apenas sirven para acelerar durante 400 metros y poco más.
Así que cuando aparece este tipo con su impecable Tesla S 100D (eso sí, aligerado en unos 250 Kg quitando elementos del interior) y hace morder el polvo a todos los corredores ilegales, a uno tras otro, los gestos de todos ellos empiezan a torcerse y hasta acusan al eléctrico de hacer trampas. Incluso le obligan a repetir una de las carreras pero el Tesla vuelve a ganar y su conductor se lleva unos 3500 euros de premio. Un buen sobresueldo para un repartidor de Neutrex.
Vía SBNation.