Oh, Dios. Oh, Dios. Fui a la guerra contra los nazis… Y durante veinticinco años de lo único que he tenido miedo es de los americanos.
Reggie Atkinson
Dreaming Eagles, por Garth Ennis (guión), Simon Coleby (dibujos), John Kalsiz (color) y Rob Steen (rotulación). Aftershock Comics, 2016. 161 páginas.
Garth Ennis vuelve a uno de sus periodos históricos favoritos, la segunda guerra mundial, para contar la historia de los aviadores de Tuskegee.
En unas fuerzas armadas en las que aún estaba vigente al segregación –siguió vigente hasta 1948– el 332º grupo de combate del Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos, más conocido como los aviadores de Tuskegee era una rareza, pues estaba formado por negros –ahora diríamos afro–americanos–.
Volando primero en P-39 Airacobra, luego en P-40 Warhawk, más tarde en P-47 Thunderbolt y al final con los P-51 Mustang con los que más se les identifica los pilotos del 332º se ganaron pronto la fama de cumplir muy bien con su trabajo de escolta de las formaciones de bombarderos que sobrevolaban Alemania, de tal forma que pronto los grupos de bombardeo solicitaban expresamente que los escoltaran los cazas del 332º.
La leyenda dice que no perdieron ninguno de los bombarderos que les asignaron, aunque los registros históricos indican que perdieron 27, cifra que de todos modos los coloca muy por delante de otros grupos de caza, ya que la media de otros grupos equipados con P-51 está en 46 bombarderos perdidos.
Y todo esto frente a la oposición de muchos mandos militares, políticos, y personas influyentes que no creían que un negro sirviera para el combate, que no creían que tuvieran la valentía necesaria.
Es justo decir que los aviadores de Tuskegee se refiere también al personal de soporte de la unidad y a los miembros del 447º Grupo de Bombardeo, que si bien se entrenaron para volar B–25 Mitchell nunca llegaron a entrar en combate, así como a los miembros del 99 Escuadrón de Persecución, la primera unidad de negros en entrar en combate.
Aviadores de Tuskegee en Ramitelli, Italia. De izquierda a derecha los tenientes Dempsey W. Morgan, Carroll S. Woods, Robert H. Nelson, Jr., el capitán Andrew D. Turner, y el teniente Clarence P. Lester.
Garth Ennis cuenta la historia de los aviadores de Tuskegee usando las memorias de Reggie Atkinson, uno de sus pilotos. En 1966, preocupado por la cada vez más creciente implicación de su hijo Lee en el movimiento por los derechos civiles, se sienta a hablar con él para explicarle por lo que tuvieron que pasar él y sus compañeros en las fuerzas aéreas para que entienda que es una lucha que lleva años en marcha y que la violencia no lleva nunca a nada.
Por esto en Dreaming Eagles aparte de las escenas de combates aéreos, que también las hay, buena parte de la historia está contada mediante los diálogos de Reggie con su hijo y con sus compañeros del 332º y también mediante charlas que les dan mandos y políticos y otras que a veces escuchan sin querer.
Es, desde luego, una historia infinitamente mejor de los aviadores de Tuskegee que la que contó –o más bien no contó– George Lucas en Red Tails, pues si sus logros como pilotos son importantes, lo es mucho más lo que supuso la creación y el desempeño de la unidad de cara al fin de la segregación racial, una importante batalla en una guerra que aún sigue hoy en día, algo que en la película de Spielberg apenas es mencionado.
Hay que decir que los personajes que usa Ennis son prácticamente todos inventados, aunque hay algunas excepciones notables, en especial la de Benjamin Oliver Davis, el primer oficial al mando del 332º, pero eso no le quita interés; como él mismo dice en el texto que incluye al final es más importante la historia que quiere contar que el tener que estar preocupado por quién estaba dónde cuando, aunque ello no quiere decir que no preste una exquisita atención a los detalles técnicos e históricos.
En resumen: un cómic muy interesante para aerotrastornados y personas interesadas en la historia de la segunda guerra mundial, aunque en realidad puede interesar a cualqiera, pues como decía antes, habla de cosas que aún están pasando 70 años después de los hechos que recoge.
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