Aunque un poco tarde he estado revisando algunas informaciones sobre una conspiraoia reciente que a su vez proviene de 1991. En El País puede encontrarse como ¿La tercera bomba atómica? y más ameno en La rosa de los vientos #331 (audio) de la semana pasada, donde se comenta un poco en los últimos diez minutos del programa.
Esta teoría viene a afirmar que los Estados Unidos lanzaron una «pequeña» bomba atómica de 5 kilotones (comparativamente: Hiroshima fueron 16 kilotones y Nagasaki, 22) en 1991, al final de primera Guerra del Golfo, cerca de la ciudad de Basora. Sería una bomba diferente a las de efectos ya conocidos: explotada en el subsuelo, en vez de el conocido «hongo nuclear» dicen que causó un terremoto de magnitud 4,2 en la escala de Ritcher y cierta devastación.
La historia proviene al parecer de un reportaje en la televisión italiana Rainews24, a investigaciones de Maurizio Torrealta. [Aquí el vídeo en inglés: The Third Nuclear Bomb: The Veteran’s Accusation, aquí la transcripción completa en castellano]. A los datos vagos y las declaraciones de Jim Brown, un veterano de esa guerra, se añade información sobre que hubo ciertas secuelas por radiación en la zona, aumentos de cánceres y cosas así. Otro detalle curioso es que la carta en que el ejército respondía a Brown sobre esas acusaciones no es una denegación firme de que el hecho no suciediera realmente, lo cual tampoco aclara mucho, pero sirve para alimentar las teorías extrañas sobre qué sucedió allí.
Lo cierto es que suena increíble que un suceso de tal magnitud pasara desapercibido para el mundo. Primero, para los sismólogos: se dice que algunos laboratorios lo registraron, pero no parece que lo atribuyeran a causas no-naturales. Segundo, que pasara inadvertido para el resto de gobiernos del mundo por otro. Irak como país atacado habría tenido relativamente fácil demostrar el ataque (tanto durante la guerra como al finalizar), facilitar a entidades internacionales las comprobaciones si realmente sucedió. Además, muchos países no precisamente aliados de los Estados Unidos tienen también satélites espía y seguramente datos que podrían confirmar si algo raro sucedió, hubiera sido información muy jugosa e imparable. Por otro lado, puede que hubiera un terremoto natural el día en cuestión, y la radiación o cánceres podrían tener otros orígenes en realidad.
En fin, ni siquiera parece que los más aficionados a las historias de este estilo le hayan dado mucha credibilidad, pero ahí quedan los enlaces para quien quiera perder el tiempo revisándolos un poco, que a falta de buenas conspiraciones es mejor que nada.
Esto me recuerda que durante los recientes debates para la presidencia de los Estados Unidos surgió el asunto de qué opinaban los candidatos sobre que otros países (el ejemplo habitual es Irán) pudieran hacerse con armas nucleares, a lo que respondieron con el clásico «no puede permitirse de ningún modo que las tengan». Cada vez que lo hacen me recuerda que obvian el hecho de que ellos mismos ya las tienen y que si otros países – entre los que se supone que hay igualdad de soberanía– opinaran lo mismo sobre los EE.UU (que ellos sobre Irán), y en la misma forma, mal iba a ir la cosa (bueno, tampoco es que vaya muy bien, en realidad).