Por Nacho Palou — 12 de septiembre de 2011
Si en alguna ocasión sientes que los líquidos expuestos de tu cuerpo como saliva, lágrimas o las mucosa de la garganta, entran en ebullición sólo con el contacto de tu propio cuerpo entonces es que has sobrepasado el límite de Armstrong.
El límite o la línea de Armstrong, marca una altitud en la que la presión atmosférica es tan baja (0,0618 atmósferas o veces la presión a nivel del mar) que el agua hierve a la temperatura del cuerpo humano: 37º. Harry Armstrong fue el primero en establecer que más allá de esa altitud –entre 18.900 y 19.350 metros– un ser humano no podía sobrevivir sin un entorno presurizado.
Moraleja; niños, no os salgáis de la atmósfera.