Foto: NASA
Kate Greene, una de las mujeres participantes en el experimento de la NASA HI-SEAS (que simula en la Tierra un viaje de larga duración al planeta Marte) escribe Slate,
Durante cuatro meses estuve confinada en una cúpula geodésica instalada en un entorno muy parecido a Marte, rojizo y rocoso, en el volcán Mauna Loa en Hawaii. Los recursos de alimentos, agua, energía y comunicaciones eran limitados y sólo podíamos salir al exterior utilizando trajes espaciales.
Una de las tareas de Kate era escribir y bloguear sobre el desarrollo del experimento. Pero además llevó a cabo su propio experimento científico: medir la actividad física y los períodos de descanso de todos los participantes. De los seis tripulantes tres eran hombres y tres eran mujeres, incluyendo a Kate.
Semana tras semana, las tres mujeres de la tripulación gastaron menos de la mitad de las calorías que los tres miembros masculinos de la tripulación. ¡Menos de la mitad! Todos hacíamos más o menos el mismo ejercicio diario durante 45 minutos cinco días a la semana. Pero los hombres quemaban de promedio 3450 calorías al día, mientras que las mujeres sólo tenían que reponer 1475 calorías cada día. Raro era el día que alguna de las mujeres gastaba más de 2000 calorías al día, sin embargo era normal que los miembros masculinos superasen las 3000 calorías.
Los requerimientos calóricos de los tripulantes influyen de forma directa en la planificación de una misión de este tipo, «cuanta más comida necesite una persona para mantener su peso a lo largo de un viaje largo por el espacio mayor será el peso a lanzar y hará falta más combustible y por tanto cohetes más grandes, que a su vez requieren más combustible».
Ya a principios de los años 2000 el analista de la NASA Alan Drysdale adelantó la misma conclusión a la que llegó Kate Greene: usar astronautas de menor tamaño y peso, con requerimientos calóricos menores: «está comprobado que las mujeres pequeñas son igual de inteligentes que las mujeres o que los hombres más grandes, así que no hay ninguna razón para enviar al espacio a gente más grande de lo necesario cuando es la capacidad cerebral lo que se necesita. Lo lógico es que vuelen mujeres pequeñas», escribió.
Esta apreciación viene incluso de antes, cuando en febrero de 1960 la revista Look escribió un artículo titulado «¿Deberían ser mujeres las primeras en viajar al espacio?». Sin embargo «no fue hasta 1983 hasta que Sally Ride se convirtió en la primera astronauta americana».
La historia completa en la que Kate Green cuenta todo esto y más se puede leer en An All-Female Mission to Mars y en The Case for Sending Women to Mars.