En 1987 los discos duros eran muy caros y el sistema operativo NeXTstep necesitaba unos 200 MB de disco. Un disco duro de esa capacidad costaría miles de dólares, de modo que para el NeXT Cube se optó por la entonces emergente tecnología de discos magneto ópticos de 256 MB —más lenta que un disco duro y desde el que corría el sistema operativo. NeXT fue el primer fabricante en incorporar unidades magneto ópticas de serie. Pero intercambiar datos con otro ordenador o hacer copias de seguridad de un NeXTstep era imposible si no estaba conectado a una red porque la máquina tenía únicamente una de estas unidades y era la que contenía el disco con el sistema operativo, de modo que no podía sacarse mientras se estaba usando el ordenador.