Por Nacho Palou — 7 de diciembre de 2016

Este experimento microscópico está inspirado en el clásico videojuego PacMan. Recrea el videojuego a escala microscópica: en total el laberinto mide menos de un milímetro de diámetro.

El laberinto lo ocupan microorganismos. Los unicelulares, más pequeños y de color gris, hacen las veces de Pacman; los multicelulares más grandes de color verde juegan el papel de los fantasmas.

A pesar de su apariencia lúdica, el uso de un entorno de laberinto inspirado en el videojuego de los años de 1980 ayuda a estudiar los microorganismos y recrea un entorno de laboratorio más realista: «en la naturaleza estos microorganismos viven en musgos y líquines y tierras húmedas, lo que significa que se mueven por complejos sistemas de canales y estructuras, no en espacios planos y abiertos como son las placas de Petri utilizadas habitualmente para su estudio«, explica el profesor Erik Andrew Johannessen.

De modo que el laberinto microscópico (iluminado con luz de neon para acentuar el efecto) ofrece a los microorganismos los obstáculos, paredes o pasillos como los que se encontrarían en sus hábitats naturales protozoos eucariotas (animales de una célula) como la euglena o multicelulares como los ciliophora o los rotíferos, que son algunos de los microorganismos que aparecen en el vídeo.

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