Como gallego siempre he oído decir que el punto más al oeste de toda Europa –o al menos de la Europa continental, ya que los récords son siempre matizables– es el Cabo Finiesterre, y hasta hace unas horas no sabía que en realidad está más al oeste el cabo de la Roca, aunque los romanos por lo visto no lo sabían y se limitaron a llamarlo Promontorium Magnum, de ahí el lío.
Aún teniendo en cuenta islas más o menos lejanas como parte del continente habría dicho que el punto más al oeste de Europa le correspondería a algún lugar de Irlanda, pero según se puede leer en Puntos extremos de Europa en realidad el punto más al oeste de Europa es el islote de Monchique, cerca de Fajã Grande, en la isla de Flores, en las Azores.
El islote de Monchique por Dreizung
Pero incluso no incluyendo estas islas remotas resulta que el punto más al oeste de Europa es Bjargtangar, Islandia, donde hay un faro que luce una placa que dice The West, el Oeste.
El punto más al oeste de Irlanda es la isla Tearaght, que está a unos 12,5 kilómetros al oeste de la península Dingle, que es donde está Punta Garraun, que es la parte más al oeste de Irlanda sin contar las islas que rodean a la isla principal.
Toda esta excursión por los distintos extremos oeste de Europa viene de leer Rockall, la piedra donde termina Europa, una anotación sobre un pedrusco inhóspito de 31 metros de largo por 25 de ancho y 21 de altura más o menos a medio camino entre Irlanda e Islandia cuya soberanía se disputan ahora ambas junto con Dinamarca y el Reino Unido.
Un aficionado subido a Rockall; hay gente «pa tó»
Aunque ya se conocía su existencia al menos desde el siglo XVI, cuando aparecen las primeras referencias escritas a él, nadie puso un pie en Rockall hasta principios del XIX y no fue hasta el 21 de septiembre de 1955 cuando alguien decidió reclamar la soberanía sobre él.
La placa que reclama la soberanía de Rockall para el Reino Unido, que alguien se llevó en algún momento entre 1997 y 2010
Esto fue porque el Reino Unido pensó entonces que a la Unión Sovietica se le podía ocurrir montar allí un puesto de seguimiento para obtener datos sobre las pruebas de lanzamiento de misiles nucleares desde submarinos que los británicos estaban realizando por esa zona.
Con el tiempo y el final de la guerra fría esta posibilidad pasó a ser realmente remota, más aún que Rockall, pero desde entonces son los intereses económicos por lo que pueda haber bajo la plataforma continental sobre la que se asienta el islote lo que hace que sea una cuestión a debate a quien le pertenece este.