Por Nacho Palou — 24 de febrero de 2015

Según BMW, «la longitud de la fibra de carbono empleada en el BMW i8 mide 893.350 kilómetros, 2,3 veces la distancia entre la Tierra y la Luna».

De entrada la enormidad de esa cifra puede resultar entre sorprendente y difícil de creer. Pero se debe a que la fibra de carbono que da forma al vehículo se fabrica partiendo de hilillos de entre 5 y 10 micras de grosor (mucho más finas que un cabello) formados principalmente por átomos de carbono unidos por cristales.

Para formar un solo hilo de fibra de carbono hay que trenzar miles de estas fibras. Después el hilo se teje y convierte en tela de carbono, su presentación más conocida —que seguramente habrás visto alguna vez colocar en moldes y cubrir con resina para fabricar piezas rígidas.

El proceso de fabricación de la fibra de carbono se puede ver en la primera parte de este vídeo,

Así que se necesitan literalmente miles y hasta cientos de miles de kilómetros de esa fibra para fabricar algo tan grande como un coche. El resultado es un vehículo hasta un tercio más ligero que su equivalente en acero pero que resulta más fuerte en rigidez y resistencia a los golpes.

El BMW i3 también utiliza la fibra de carbono en buena parte de su estructura, lo que lo convierte en un coche ligero teniendo en cuenta que se trata de un vehículo totalmente eléctrico — el peso de las baterías es notablemente mayor en comparación con el peso de un motor de combustión. Y precisamente el peso de un vehículo determina en gran parte cuáles serán sus prestaciones y su consumo, funcione con combustible o con electricidad.

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