En la Universidad Simon Freiser han desarrollado un sistema para volar drones personales mediante órdenes captadas mediante reconocimiento facial, lo que según subtitula Spectrum podría ser también poniendo caras ridículas.
Lo más divertido del asunto es que no hacen falta mandos y ni siquiera manos. Lo primero es la fase de programación: se memoriza una cara denominada «neutral» (seria) para que el dron la reconozca. Después se programa otra llamada «trigger» (acción) que puede ser una mueca exagerada o algo así – aunque la protagonista del vídeo lo hacen tapándose un ojo… Pero bueno, es una demo.
Con estas dos órdenes el dron ya puede controlarse – y además sorprendentemente bien. La forma de hacerlo volar es mantener el rostro de la persona que lo maneja en el encuadre de la cámara. Mientras vea la cara seria simplemente revoloteará lentamente. Al girar el dron también girará, manteniendo centrado el rostro.
Lo más simpático es que el dron se comporta entonces como un arco y una flecha. Basta imaginar que hay una especie de «goma elástica» y utilizar las dos ordenes faciales para «estirar» goma y luego «soltarla», de modo que salga disparado hacia adelante. En función de los parámetros que calcula el dron hará los cálculos «balísticos» y se alejará, descenderá (tomando quizá una fotografía al terminar) y volviendo luego a la posición inicial.
Lo de la trayectoria parabólica es solo una de las posibilidades del invento, porque probablemente el dron podría aprender otros gestos. Lo que cuentan es que sorprendentemente el truco del «arco y la flecha» funciona muy bien como método de control y que hay ha acertado encestando el ingenio volador en un aro a unos 8 metros de distancia.