La patente de Boeing describe la recarga de las baterías de los drones sin que éstos tengan que dejar de volar, ni tomar tierra — sino manteniendo un vuelo estático sobre una serie de instalaciones similares a antenas a las que los drones se enchufan para obtener energía eléctrica.
El vídeo no describe de qué modo se engancha el cable a la toma de carga, aunque tal vez algo como este brazo-robot-serpiente, pero en miniatura, que es flexible pero articulado sería una opción. De hecho, una de sus posibles aplicaciones de este robot es, precisamente, la recarga de coches eléctricos. Otra opción pasa por enchufes magnéticos como los que utilizan los MacBook.
Los puntos de recarga para drones pueden ser fijos o móviles, transportados en vehículos. La toma también puede situarse a mayores alturas utilizando globos aerostáticos conectados desde tierra.
La pregunta evidente es por qué no utilizar paneles solares en los propios drones — de la misma forma que en la película InterzzZZzztellar. Esto en teoría —y en la película— permite a los drones volar de forma ininterrumpida durante años.
Sin embargo, probablemente un dron normal como los que se emplearían para uso civil, caso de la entrega de mercancías —y como el de la película—, no dispone de la superficie necesaria para instalar paneles solares suficientes que lo mantengan funcionando y a la vez cargando las baterías para el vuelo nocturno.
De hecho el avión eléctrico Solar Impulse —aun siendo monoplaza— tiene 65 metros de envergadura (de un extremo a otro de las alas) y una superficie alar de más de 200 m², que es la necesaria para albergar las 12 000 células fotovoltaicas que le permiten funcionar tanto de día como de noche.
Vía TNW News.