Por @Alvy — 18 de noviembre de 2017

En este vídeo se pueden ver algunos experimentos para entender lo que sucede cuando se hace volar un dron en el interior de un coche. ¿Seguirá el dron el movimiento del coche? ¿Permanecerá estacionario? ¿Respecto al coche o respecto al suelo? ¿Sucede lo mismo si las puertas están abiertas o cerradas? Es interesante imaginar el experimento y pensar qué va a sucede antes de verlo.

El lema de The Action Lab es que «un experimento vale más que mil opiniones» y el vídeo así lo demuestra. Sacrificándose por la ciencia el presentador arriesga un poco: las hélices del dron –que probablemente acabe dañado al golpearse–, el interior del coche y su propio físico. También es verdad que es un poco burro el hombre, porque no se protege ni con unas gafas, ¿eh? De hecho en uno de los experimentos se hace daño y se corta un dedo cuando el dron le golpea.

Es importante percatarse de que en este experimento hay varios marcos de referencia, varios «respecto a qué se mueve»: el coche, el suelo, el aire… El dron funciona simplemente intentando mantenerse estable: pero no usa el GPS; tan solo sus giroscopios digitales, y se le ha desactivado el control de colisiones.

En primera instancia el dron tiende a permanecer estacionario respecto al suelo, pero como puede verse a los pocos segundos comienza a moverse como si quisiera acompañar al coche (aunque es muy poco tiempo antes del crash). Si el coche va suficientemente despacio el dron puede mantenerse estático respecto al coche sin intervención humana. ¿Cuál es la razón? Básicamente es por las turbulencias y el rozamiento del aire, suficientes para que el dron ajuste: en realidad el dron se está manteniendo estático respecto al aire que hay en el interior del coche.

Un último experimento con el maletero y las puertas del coche abiertas aclara el asunto: en este caso cuando el coche comienza a moverse el dron simplemente se queda estático respecto al suelo (aunque al principio tiende a acompañar al coche, probablemente también por las turbulencias). Dejando el dron flotar y azuzándolo con una superficie de plástico, como se ve al final, sucede un poco lo mismo: el dron busca la estabilidad a toda costa: si el chorro de aire impulsado por sus propias hélices chocha con algo y lo desestabiliza, corregirá la posición.

Buen experimento de resultado curioso, aunque recordemos que el del globo de helio dentro de un coche es más soprendente todavía.

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