Por @Alvy — 23 de marzo de 2008

Este artículo de Kris De Decker en Low-tech Magazine titulado Why bottled water is good for the environment rompe una lanza en favor del consumo de agua embotellada en ciertas circunstancias y teniendo en cuenta algunas de las alternativas. Parte de la premisa de que se considera un consejo habitual y razonable utilizar alternativas al agua en botellas de plástico. Pero De Decker cree que el asunto se ha ido un poco de las manos cuando se estigmatiza a quienes beben en botellas de plástico (hay quien los llama «los nuevos fumadores») y se trata al fenómeno en sí como una plaga a erradicar.

El artículo acepta que en los países desarrollados el agua del grifo es de buena calidad y por tanto una mejor alternativa. Sin embargo, beber agua embotellada sería mejor que beber otros líquidos, por ejemplo, café, refrescos o cerveza, desde un punto de vista más amplio. De Decker razona que un litro de agua mineral embotellada requiere únicamente un litro de agua en su producción (otras fuentes dicen que en realidad se necesitan unos 5 litros), mientras que son necesarios 35 litros de agua para producir un litro de té, 75 para la cerveza, 120 para el vino o 140 para el café. Incluso un litro de zumo o leche requiere hasta 200 litros de agua para su producción en todo el proceso.

Todas esas otras bebidas alternativas también van embotelladas y también han de ser transportadas, produciendo un consumo similar de energía y de productos de deshecho, aparte del requerido para la propia producción de la bebida en sí.

Una frase podría resumir su idea: cambiarse de beber cualquier otra bebida a beber agua es mucho más ecológico que cambiarse de beber agua embotellada a agua del grifo. En cualquier caso, el debate sin duda continuará por mucho tiempo, así como el consumo de millones y millones de botellas de plástico cada día, pero no está mal revisar su planteamiento.

Esto no es un llamamiento a que todo el mundo empiece a beber agua embotellada en vez de agua del grifo. Es mejor beber agua del grifo. Pero la gente que prefiera el agua embotellada no debería ser tratada como parias, porque en cierto modo están eligiendo una opción que es más ecológica que la de otras personas que consumen otro tipo de bebidas.

Bonus: Curiosamente hoy también apareció en The Guardian el artículo How the myth of food miles hurts the planet (Cómo el mito de la comida de países lejanos daña el planeta) que viene a ser una historia paralela con la comida importada de lugares remotos, supuestamente «menos verde» por el gasto de energía en su transporte. Al parecer, según han analizado en el Reino Unido, algunos de esos alimentos, aun transportados miles de kilómetros, son «más verdes» que los producidos localmente. (Me pareció simpático el nombre con el que se autodenomina la gente que sólo consume «comida local»: locávoros.)

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