Por Nacho Palou — 25 de febrero de 2009

OCO Orbiting Earth - NASA / JPL
Recreación del satélite OCO en órbita terrestre. Imagen: NASA / JPL

El satélite destinado al estudio del clima Orbiting Carbon Observatory (OCO) de la NASA, lanzado ayer, no logró alcanzar la órbita terrestre y acabó estrellándose en algún punto del océano cerca de la Antártida.

El OCO iba a ser el primer satélite en monitorizar de forma precisa cuándo y desde dónde se producen las emisiones de CO2, así como cuándo y dónde éste es depositado cuando es absorbido de forma natural.

La Humanidad emite actualmente unas 8.500 millones de toneladas de carbono al año, la mayor parte como dióxido de carbono, pero no todo termina en la atmósfera.

De hecho, de todo el carbono emitido desde la Revolución Industrial sólo el 40 por ciento se ha acumulado sobre nuestras cabezas contribuyendo en el llamado «efecto invernadero».

El objetivo del OCO era trazar la ruta seguida por el 60 por ciento restante de ese dióxido de carbono desde su fuente emisión. Se calcula que va a parar a partes iguales a los océanos y la tierra, «donde es aprovechado por organismos como árboles y placton».

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