El Congreso acuerda prohibir en tres años la bombilla clásica, que deberán ser sustituídas, salvo contadas excepciones, por bombillas de bajo consumo.
La idea sobre todo es que la medida sirva sobre todo para hacer notar la importancia de la eficiencia: más del 80% de la energía consumida por una bombilla convencional se “pierde” en forma de calor y emisiones distintas a las de la luz visible.
Las bombillas incandescentes, como las bolsas de plástico o las botellas de agua no reciclables se están convirtiendo en un símbolo de la lucha contra el cambio climático. No es que su sustitución por bienes más ecológicos vaya a evitar el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero sus impulsores consideran que ayudan a crear una conciencia ciudadana de lucha contra el calentamiento global.
En total se trataría de sustituir los 350 millones de bombillas incandescentes que hay en los hogares españoles progresivamente. En cualquier caso es una buena idea hacer el cambio; ahora son mucho más económicas que antes y en algunos centros comerciales o superficies de bricolaje venden paquetes de varias a un precio razonable.
Por cierto que aunque El País afirma que la bombilla incandescente es un invento de Thomas Edison en 1879 en realidad el invento de la bombilla hay que atribuírselo a Warren De La Rue que ya la había hecho funciona cuarenta años antes, en 1840; y mencionar a Humphry Davy, quien en 1809 colocó una fina tira de carbón entre los dos polos de una pila, creando un fugaz arco luminoso que fue la base esencial en la que se basa el funcionamiento de una bombilla de filamento.
(Gracias por el enlace Er_Makina.)
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