Por Nacho Palou — 30 de abril de 2018

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Akademik Lomonosov es la primera central nuclear flotante y en principio no será la última: el gobierno ruso tiene previsto construir y enviar al ártico y a otras regiones varias de estas centrales nucleares para proporcionar energía a regiones remotas; uno de los propósitos es, según Greenpeace, suministrar energía a instalaciones de extracción de gas y petróleo. Pero también tiene capacidad para suministrar electricidad a miles de viviendas y hacer funcionar desaladoras de agua.

Aunque inicialmente estaba previsto cargar el combustible de la Akademik Lomonosov en San Petersburgo finalmente —debido a la presión de los estados bálticos por los que tenía que pasar el planta flotante y a la petición organizada por Greenpeace Rusia— la carga y prueba de encendido del reactor nuclear se realizará finalmente en Murmansk. La planta después de remolcará otros 5000 km hasta su destino final cerca de Pevek, en la región de Chukotka.

Para Greenpeace y otros ambientalistas este “chernóbil on ice” no es una buena idea y supone un “riesgo evidente” para un entorno ya castigado por el calentamiento global. Entre otros motivos, argumenta Greenpeace, la planta carece de sistemas de propulsión (en su lugar para moverla hay que remolcarla cuando sea necesario) lo que significa que “es especialmente vulnerable a los tsunamis o ciclones.”

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Según el experto nuclear Jan Haverkamp, de Greenpeace, "esta peligrosa iniciativa no sólo supone una amenaza para el Ártico, sino que también supone una amenaza potencial para otros espacios naturales vulnerables y para regiones densamente pobladas.”

Al menos una quincena de países se han interesado ya por las plantas nucleares flotantes rusas incluyendo China, Algeria, Indonesia, Malasia y Argentina.

Fotografías: Nicolai Gontar / Greenpeace.

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