Por Esther — 21 de noviembre de 2008

El suelo y los recursos no son inagotables, dijo el Capitán Obvio sin que le hicieran mucho caso. Así que la planificación y el diseño urbano empieza (o debería hacerlo) con la evaluación de los beneficios y de las consecuencias de los diferentes usos del territorio.

Otra vez el Capitán Obvio advirtió que las ciudades sirven de bien poco si no son habitables. Y para que sean así, la gente debería poder moverse sin problemas, poder respirar aire limpio, beber agua de calidad y aprovechar la luz natural para poder disfrutar de algo más que cemento, asfalto y neones.

En algunas ciudades, sí escucharon al Capitán Obvio. De hecho, más que a él, hicieron caso a los históricos: antiguamente, las poblaciones sabían aprovechar bien sus recursos. El National Building Museum de Washington ha clausurado recientemente una exposición sobre comunidades verdes. Un urbanismo basado en estrategias sostenibles y tecnologías innovadoras para reinventar la ciudad.

Uno de los ejemplos de comunidad verde histórica es el de la ciudad argentina de Mendoza. Rodeada de semidesierto, es un auténtico vergel, con parques públicos de decenas de hectáreas. Un sistema de canalizaciones aprovecha hasta la última gota de humedad para mantener un aspecto verde y con sombra. Curiosamente, según los propios mendocinos, aprendieron a usar las acequias de los españoles.

Un ejemplo más reciente es el de Alameda Porvenir, en la capital colombiana de Bogotá. Es un corredor de verde de 17 kilómetros, pensado para los peatones, las bicicletas y el transporte público. Conecta con la red de bibliotecas, los colegios y los parques metropolitanos.

El futuro barrio de Documento PDF Mona Terrace, en Michigan, es un caso más complejo. Allí, en 1970 se clausuró una planta de tratamiento de aguas por contaminar. Dejó yermas unas 21 hectáreas de terreno, inhabitables hasta hoy. La administración, mediante el programa piloto de descontaminación ER3, las recuperará para construir viviendas.

En la zona, predominan los afroamericanos y la tasa de pobreza es del 33%. Teniendo en cuenta estas condiciones, se opta por un centenar de viviendas adosadas, construidas por mano de obra local. La comunidad participa en su diseño. El barrio será muy peatonal, con calles arboladas y muchas zonas verdes. También se restaurarán unos humedales cercanos.

El Capitán Obvio, seguramente, estará contento.

(Vía William McDonough.)

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