Una empresa llamada Infarm está probando a minimizar el trayecto que recorren los productos entre las granjas y las tiendas, reduciéndolo literalmente al mínimo posible: cero. La idea es cultivar directamente verduras y frutas en unos módulos con estanterías dentro de la propia tienda, una especie de mini-granja vertical.
Este tipo de cultivos hidropónicos no es muy difícil de montar y produce más beneficios de los que parece: por un lado las plantas viven en un espacio más higiénico y «libre de plagas», reciben la cantidad exacta de luz, agua y nutrientes y están a la temperatura ideal. Pero sobre todo también se elimina todo el (contaminante) proceso de recolección, envasado, transporte a los mercados, a los distribuidores y a las tiendas – además de que no se requieren productos para envasarlo todo. Mucho material e intermediarios eliminados ayuando así a conservar nuestro planeta favorito.
Eso sí: que quede clara que esta tampoco es la solución perfecta, pues el invento requiere de maquinaria (que hay que fabricar previamente con materiales de todo tipo) y –sobre todo– necesita electricidad para funcionar, al menos una parte del tiempo. A menos que la tienda genere su propia electricidad desde el tejado (¡ay, el famoso impuesto al Sol!) puede no ser muy sostenible ni barato. La mejora se puede hacer calculando con mayor precisión su huella hídrica, de transporte, residuos… – la denominada huella ecológica.
Todo el «montaje verduleril» está además perfectamente conectado con los sistemas informáticos de control, donde se puede ver el crecimiento de las plantas, el gasto que producen, el tiempo que les queda para llegar a su estado óptimo, etcétera. Los clientes simplemente llegan, abren la puerta y recolectan su comida, lo cual probablemente es lo más natural que pueden llegar a hacer sin ser granjeros.
La empresa además tiene otras interesantes ideas para mejorar la sostenibilidad de todo este proceso natural por el que unos seres vivos nos comemos los unos a los otros como ley de vida: por ejemplo para evitar las bolsas, embalajes y envases plantean un diseño minimalista para los supermercados que hace que las verdulerías y fruterías parezcan Apple Stores, no hay más que verlo. (En España cada vez hay más tiendas de este estilo, pero diría que más de barrio y a pequeña escala.)
La evolución de estas ideas es casi inevitable:
El restaurante-verdulería: directamente te levantas de la mesa, arrancas lo que te apetezca de la pared y te lo comes. Sostenibilidad máxima. Todo ello en un idílico entorno decorado por Ikea, con tecnología de Nokia y algún chisme de Nike. (Damos por supuesto que se asegurarán con esas marcas de que todos esos productos se hayan fabricado en los lejanos países típicos con mano de obra trabajando en condiciones dignas, claro.)
(Vía Web Urbanist.)