Este vídeo de Science Channel proporciona la rara oportunidad de ver cómo es un cajero automático por dentro: «Un Fort Knox en miniatura», como dice el narrador. Algunos pueden guardar hasta mil billetes en cartuchos mecánicos con rodillos bastante sofisticados para el conteo a la hora de dispensar el dinero – a una velocidad de hasta 5 billetes por segundo.
En cuando al diseño interior los cartuchos de dinero están fabricados de modo que sea fácil intercambiarlos unos por otros; son como una especie de caja fuerte en sí mismos. Una combinación giratoria de alta seguridad de seis dígitos garantiza que el dinero esté protegido incluso si alguien decide robarlo.
Como curiosidad: la mejor forma de robar un cajero automático suele ser hackearlo; las cámaras que graban a la gente tecleando su PIN de una y otra forma –y diversos métodos para clonar las tarjetas– hacen el resto. Hubo un tiempo en el que «reventar» los cajeros desde el interior con explosivos era un buen método, pero se reforzaron para evitar esas situaciones. Y es que contra estas máquinas, auténticas pequeñas cajas fuertes, la fuerza bruta a veces funciona.
Mientras tanto, uno de los grandes misterios de la humanidad seguirá siendo por qué la numeración de los teclados de los cajeros está al revés que la de los teléfonos – aunque basta fijarse por la calle para darse cuenta de que ni siquiera son consistentes unos con otros. Cosa de tradiciones.