En Cashing out (RT) cuentan cómo Dinamarca está avanzando poco a poco hacia la eliminación del dinero físico, simplemente porque la gente prefiere las tarjetas y las transferencias de dinero electrónico. En 2016 dejarán de acuñar las coronas danesas (monedas y billetes), algo similar a lo que planean Austria, Bélgica e Irlanda. Y ciertos comercios como gasolineras, restaurantes o tiendas de ropa no tendrán la obligación legal de aceptar dinero en efectivo.
Entre las curiosas circunstancias de este plan está la psicología humana:
(…) Las personas creemos que en el dinero en efectivo puede encontrarse cierta naturaleza incorpórea del dinero. Y aunque es más fácil almacenar el dinero en «digital» nos sentimos mucho más seguros teniendo el dinero en efectivo en mano que entregándoselo a alguien en versión electrónica para que nos lo guarde.
Lo cual es una mera cuestión de percepción, porque
(…) Uno de los grandes asuntos que surgió durante la gran crisis financiera fue el asunto de los rescates: cuando los bancos se derrumban es fácil para un estado sacar el dinero electrónico y confiscarlo, tal y como sucedió en el caso de Chipre. En cambio, no es tan fácil confiscar el dinero físico.
(O sí: recuérdese el caso de Argentina y el corralito, algo que a ciertos niveles se produce cuando se empiezan a poner trabas tales como las cantidades máximas que se pueden transferir, sacar en efectivo del banco, etcétera.)
Además de esto, en Core77 apuntan algunas ventajas colaterales de la transición al dinero cien por cien electrónico:
- El coste de fabricar dinero es un ahorro que para nada es baladí. En Estados Unidos fabricar un centavo cuesta 2,4 centavos; una moneda de 10 centavos cuesta unos 20 centavos.
- «Gestionar» el dinero en efectivo requiere tiempo: billetes para acá, para allá, ir al cajero automático, seguridad, tiempo dedicado… Algo que según un estudio cuesta unos 200.000 millones de dólares en el caso de EE UU.
- Trazabilidad de las transacciones. El dinero en efectivo es «casi» anónimo; si todo se pagara en dinero electrónico a ver quién sería el valiente que iba a pagar trabajos «en negro», realizar transferencias para untar a corruptos, comprar productos prohibidos o sin factura, etcétera.
- Los costes de usar el dinero en efectivo pueden llegar a ser, gracias a las comisiones de los bancos, un porcentaje significativo del propio dinero del que se dispone – y esto es peor en el caso de las clases más desfavorecidas.
- Más seguridad. Es más difícil que te roben tarjetas o códigos de pago secretos que dinero en efectivo.
Como en todo hay quien se opone a este cambio, argumentando que «sin cash no hay libertad» y sugiriendo alternativas como los metales preciosos y el oro, algo que suele ser una alternativa tradicional aunque no por ello menos «psicológica».
En Dinamarca actualmente casi un tercio de la población paga con MobilePay, una app para teléfonos inteligentes que sirve tanto para pagar en tiendas como para transferir dinero a otras personas. En algunos de los artículos también se menciona Bitcoin como un de las alternativas, pero no parece todavía la opción favorita de los daneses.