Según se va extendiendo por los Estados Unidos el coronavirus (bueno, ya sabéis, el SARS-CoV-2, el virus que provoca la enfermedad COVID-19) la NASA se ha ido viendo en la necesidad de tomar medidas al respecto.
El pasado 17 de marzo instauró el estado 3 de su protocolo de respuesta en todos los centros. Esto, entre otras cosas, quiere decir que es obligatorio hacer teletrabajo y que sólo pueden acudir a los centros aquellas personas que se consideran esenciales para la misión en la que trabajan; también se limitan los viajes a sólo aquellos esenciales para la misión.
Pero a partir del 20 ha tenido que poner el Centro espacial John C. Stennis y las Instalaciones de Ensamblado Michoud en estado 4. Esto implica que nadie puede acudir físicamente a ninguno de los centros salvo las personas involucradas en tareas cuya suspensión puedan poner en riesgo la vida de alguien o causar daños en infraestructuras críticas. Y que nada de viajes por ningún motivo.
Así que no les ha quedado más remedio que detener temporalmente la producción y las pruebas del cohete SLS y demás hardware asociado a la cápsula tripulada Orión. Para ello los equipos de la NASA y de los contratistas llevarán a cabo una parada ordenada de las actividades de tal forma que todo el hardware quede en condiciones seguras hasta que el trabajo pueda reanudarse. Así que por ahí viene un nuevo retraso en el primer lanzamiento del SLS.
Y según vaya evolucionando la situación habrá que ver si no se ven afectados el primer lanzamiento de una Crew Dragon tripulada, que en principio estaba previsto para principios de mayo. O, incluso, el del lanzamiento hacia Marte del rover Perseverance y el dron que lo acompaña. Su ventana de lanzamiento va del 17 de julio al 5 de agosto pero es necesario preparar antes el cohete y el propio rover para su lanzamiento. También está lo del telescopio espacial James Webb, claro.
En cualquier caso por ahora no hay ninguna campaña de lanzamiento que se haya visto afectada.