Por @Wicho — 12 de Octubre de 2022

Un punto azul brillante está en el centro de la imagen, que tiene un fondo negro. El punto brillante del centro tiene tres picos de difracción que se extienden desde su núcleo en las posiciones de las 1, 7 y 10 horas. Dos colas de eyección que aparecen como corrientes blancas de material se extienden desde el centro en las posiciones de las 2 y las 3.
Dimorfo visto por el Telescopio espacial Hubble tras el impacto, que en esta imagen se produjo en la posición de las 10 – NASA, ESA, Jian-Yang Li (PSI), Joe Depasquale (STScI)

El pasado 26 de septiembre la sonda DART de la NASA se estrellaba a propósito contra el asteroide Dimorfo. El objetivo de la colisión –y par lo que habían sido diseñados la sonda y la misión– era intentar cambiar la órbita del asteroide alrededor de Dídimo. Antes del impacto la agencia había dicho que considerarían un éxito un cambio en la órbita mayor de 73 segundos. Y resulta que después de él la órbita de Dimorfo ha cambiado en 32 minutos, con un margen de error de dos minutos. Eso es unas 75 veces más del mínimo deseado, aunque aún dentro –por arriba– de los márgenes calculados. Así que la misión ha sido un éxito rotundo.

Imágenes de radar que muestran el retraso de Dimorfo en su nueva órbita mediante círculos de distinto color superpuestos a la imagen de radar; una elipse también superpuesta indica la órbita del asteroide
Dimorfo (en verde) en su nueva órbita comparado con la posición (en azul) que debía ocupar en su órbita anterior – NASA/Johns Hopkins APL/JPL/Radar planetario Goldstone del JPL de la NASA/Observatorio de Green Bank de la Fundación Nacional de la Ciencia

Ni Dídimo ni Dimorfo presentan ningún riesgo de colisión con la Tierra, por eso fuero escogidos como objetivo de nuestro primer ejercicio real de defensa planetaria. La idea era ver si dándole un piñazo a un asteroide era posible cambiar de forma apreciable su órbita, y así ha sido. Ahora Dimorfo orbita Dídimo cada 11 horas y 23 minutos en lugar de cada 11 horas y 55 minutos.

En el caso de un asteroide en rumbo de colisión con la Tierra un pequeño cambio en su órbita realizado con el tiempo suficiente puede ser bastante para salvarnos. Y aquí la parte importante es tiempo suficiente. No conocemos ningún asteroide que en los próximos 100 años suponga un peligro para nosotros. Pero el problema está en los que no conocemos; de ahí la importancia de misiones como NEO Surveyor, que nos deberían permitir detectarlos a tiempo para enviar un DART 2 o similar para apartarlos en caso de ser necesario.

Los resultados de la misión han sido medidos usando numerosos observatorios terrestres y tanto el telescopio espacial Hubble como el Webb. Aunque es importante tener más datos para poder afinar los cálculos; de ahí la importancia de la misión Hera de la Agencia Espacial Europea, que en 2026 entrará en órbita alrededor de Dídimo para estudiar de cerca el cráter del impacto y las características físicas de los dos asteroides.

Aparte de los instrumentos que lleva a bordo, liberará los CubeSat llamados Milani y Juventas. Milani analizará la composición de la superficie de los asteroides y medirá la nube de polvo liberada en el impacto. Juventas, por su parte, obtendrá datos del subsuelo y de la estructura interna de ambos asteroides para ayudar a medir sus campos gravitatorios. También intentará posarse sobre Dimorfo para medir la respuesta mecánica de su superficie y así saber mejor contra qué chocó DART.

Aunque mientras, seguirá en marcha la campaña de observación desde la Tierra.

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