Kayla Barron abriendo la escotilla del laboratorio Columbus – Matthias Maurer/ESA
A primera hora de este pasado lunes la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI) fue despertada por el control de la misión antes de lo previsto –allí usan el horario UTC– debido a la aparición inesperada de una nube de fragmentos de basura espacial que se iban a aproximar demasiado a la Estación. Tanto como para que les ordenaran refugiarse en la Crew Dragon Endurance y en la Soyuz MS-19 por si hubiera que salir por patas. Pero al final las cosas se fueron calmando y pudieron regresar al interior de la Estación, aunque sin abrir las escotillas que dan acceso a los módulos laterales. Eso por fin lo han podido hacer hoy miércoles, recuperando la normalidad de las operaciones a bordo de la EEI.
Matthias Maurer, el astronauta de la ESA llegado a la Estación la semana pasada como miembro de la tripulación Crew–3, aprovechó la vuelta a la normalidad para ir publicando fotos de cuando les dieron sus pines de astronauta. Pero son fotos de la semana pasada. O ha estado muy liado o no encontraba la clave de la wifi.
El origen de la nube de basura espacial estuvo en la destrucción voluntaria del satélite Kosmos–1408 por parte de las fuerzas armadas rusas. Se trata de un satélite de la serie Tselina-D que llevaba años fuera de servicio. Fue una prueba del misil antisatélite A-235 PL-19 Nudol, que había sido lanzado con anterioridad pero sin llegar a impactar con nada.
Rusia mantiene que no fue para tanto, que ni la EEI ni la estación espacial china ni ningún satélite estuvieron en peligro. Pero es cuando menos complicado saber en qué dirección van a salir despedidos los restos de un choque como este: el Nudol destruye sus objetivos simplemente chocando con ellos a varios miles de kilómetros por hora. No necesita carga explosiva para ello; los efectos son devastadores.
El resto del mundo está razonablemente escandalizado. Aunque no hay que olvidar que desde 1985 se han realizado al menos otras cuatro pruebas de misiles antisatélite similares por parte de otros países: los Estados Unidos en 1985 y en 2008; China en 2007; y la India en 2019. Salvo quizás de la prueba de 1985 –y habría que verlo– aún quedan restos en órbita de todas ellas. Y el problema no está tanto en los fragmentos más o menos grandes que se pueden seguir desde tierra sino en los más pequeños que no hay forma de seguir. A los generados con la destrucción del Kosmos 1408 les quedan años en órbita, desde luego.
Simulación de los efectos de la basura espacial. Así queda un bloque de aluminio tras el impacto de una pequeña esfera también de aluminio desplazándose a unos 25.000 kilómetros por hora, una velocidad de hecho algo inferior a la de la EEI. La esfera de la foto está puesta a posteriori para ver su tamaño; la original simplemente se vaporizó – ESA
Pero lo peor es que mucho más allá de la indignación inicial y de la guerra de notas de prensa que se ha desarrollado después es probable que esto no tenga mayores consecuencias. A fin de cuentas Rusia es una gran potencia y casi puede hacer lo que le dé la gana. En especial en el espacio. Igual que los Estados Unidos, China e India, por otro lado.
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