Por @Wicho — 13 de septiembre de 2022

Con varios días de retraso porque la meteorología no colaboraba, Blue Origin lanzó finalmente ayer su misión NS-23. Era una misión no tripulada en la que a bordo del a cápsula RSS H. G. Wells sólo iban una serie de instrumentos científicos. Pero un lanzamiento aparentemente rutinario se convirtió de repente en algo muy excitante cuando el cohete New Shepard que la lanzó explotó al poco de superar la fase de máxima presión aerodinámica. El accidente pone fin a una serie de 21 lanzamientos perfectos.

El sistema de escape se activó automáticamente, tal y como está diseñado, poniendo a salvo la cápsula y sus contenidos. De haberse tratado de una misión tripulada, las personas que hubieran estado a bordo habrían aterrizado sanas y salvas, aunque un poco sacudidas. El sistema de escape ya había sido probado con éxito en octubre de 2016. Pero lo de ayer fue una demostración real y no preparada de su capacidad.

El cohete, conocido simplemente como Booster 3, estaba en su vuelo número nueve desde su estreno en diciembre de 2017. Para la cápsula también era su noveno vuelo. Es la primera vez que Blue Origin pierde un New Shepard desde su vuelo inaugural en abril de 2015, en el que se estrelló al aterrizar. Fue en noviembre de ese año cuando la empresa consiguió lanzar y recuperar por primera vez un New Shepard.

Blue Origin tiene otro cohete, Booster 4, y la cápsula RSS First Steps, que son los que usa para misiones tripuladas. El Booster 4 tiene ligeras modificaciones para su certificación para lanzar misiones tripuladas.

Pero en cualquier caso, se acabaron los lanzamientos para Blue Origin hasta que terminen las investigaciones que van a llevar a cabo la empresa y la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA).

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