Esta pasada noche el cohete Vega-C de la Agencia Espacial Europea, operado por Arianespace, tenía que haber llevado a cabo su primer lanzamiento comercial. El objetivo era poner en órbita los satélites de observación terrestre Pléiades Neo 5 y 6. Pero el lanzamiento falló y los satélites, valorados en unos 100 millones de euros cada uno, terminaron desintegrándose en la atmósfera a unos 1.000 kilómetros al norte del espaciopuerto de Kourou en una reentrada no controlada.
En el vídeo se puede ver como todo parece ir bien hasta que, más o menos en el minuto 4:00, la trayectoria real, en amarillo, y la programada, en verde, empiezan a separarse. El fallo, pendiente aún de investigación, y con independencia de lo que se ve en las imágenes generadas por ordenador en el vídeo, parece haber estado en que el motor de la segunda etapa Zefiro 40 del cohete empezó a perder potencia unos siete segundos después de su encendido; habrá que investigar las causas.
La segunda etapa del Vega-C durante el ensamblado del cohete – Arianespace
Esto deja al Vega-C, la versión avanzada del Vega, que hizo su primer lanzamiento en julio de este año, en un 50 % de lanzamientos fallidos. El Vega original, por su parte, sufrió dos fallos en 20 lanzamientos, lo que es un 10 % de lanzamientos fallidos.
Lo curioso es que los 14 primeros lanzamientos del cohete se llevaron a cabo sin problema alguno; los tres lanzamientos fallidos se han producido en sus ocho últimos lanzamientos.
Como dice Eric Bottlaender, con el Vega fuera de servicio por el fallo de anoche, la versión europea del Soyuz en tierra a causa de la invasión de Ucrania, el Ariane 5 a punto de retirarse, y el Ariane 6 que no entrará en servicio –con suerte– hasta finales de 2023, el panorama de los lanzadores orbitales europeos es desolador.
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