Por @Wicho — 8 de octubre de 2018

El Hubble en órbita

El viernes 5 de octubre de 2018 falló el tercero de los seis giroscopios que el telescopio espacial Hubble utiliza para detectar movimientos en cualquiera de sus ejes y así contrarrestarlo para mantenerse perfectamente estable durante sus observaciones. Con el fallo de ese giroscopio el Hubble entró en modo seguro mientras desde el control de la misión revisan qué opciones tienen para volver a ponerlo en marcha.

En realidad el Hubble sólo necesita que tres de sus giroscopios estén en funcionamiento para poder trabajar en modo normal y por eso monta seis, que permiten al control de la misión usar tres cualesquiera de ellos. Pero con el fallo de tres se quedan ya sin redundancia en ese subsistema del telescopio.

Por eso los seis giroscopios fueron cambiados durante la cuarta misión de mantenimiento, llevada a cabo por la tripulación del transbordador espacial Atlantis en mayo de 2009. Cuatro de los giroscopios instalados eran completamente nuevos; dos eran de un modelo antiguo y habían sido restaurados en tierra después de haber sido traídos de vuelta tras la misión de mantenimiento 3A en diciembre de 1999.

Así que ahora los primeros pasos para volver a poner en marcha el Hubble probablemente van a pasar por intentar volver a poner en marcha el giroscopio que desactivaron en abril de 2018 cuando comenzó a comportarse de forma que se salía un poco de la norma. Así conseguirían volver a tener al menos un giroscopio de reserva.

Si no el único remedio que les quedará –ya no tenemos ninguna nave espacial capaz de llevar allí los astronautas y las piezas necesarias, y eso que su órbita es de unos 540 kilómetros sobre la Tierra– será el de utilizarlo con tres giroscopios.

Y para cuando sólo queden dos en funcionamiento, lo que a la larga es inevitable, pasarán a un modo que permite al Hubble funcionar con un solo giroscopio. En este modo las mediciones son tan precisas como con tres activos pero su capacidad de moverse y apuntar a ciertos objetivos se reduce, con lo que la ya enorme cola de observaciones pendientes empezaría a crecer aún más ya que no podría atenderlas al mismo ritmo que ahora. A cambio, al usar sólo un giroscopio extenderán la vida útil del Hubble porque el otro hará de reserva.

Aún casi 30 años después de su entrada en servicio, que se produjo el 20 de mayo de 1990, el Hubble tiene una enorme demanda de trabajo, pues una vez que se le curó la miopía con la que nació ha demostrado ser uno de los instrumentos más versátiles que hayamos construido jamás. Así que mantenerlo en funcionamiento el mayor tiempo posible es algo que interesa enormemente, entre otras cosas porque no tiene ningún sucesor a la vista: el telescopio espacial James Webb es un telescopio de infrarrojos que apenas ve el extremo naranja de la luz visible, mientras que el Hubble va del infrarrojo cercano al ultravioleta, con lo que en realidad se complementan.

El fallo de este tercer giroscopio, de todas formas, no pilla de sorpresa al equipo del Hubble, pues ya hacía meses que iba dando señales de que iba a fallar. Pero aún así no se atreven a decir por ahora el tiempo que pueden tardar en volver a ponerlo en marcha, que pueden ser semanas.

De todas formas el Hubble ha cumplido con creces su misión. E incluso parece dispuesto a superar las estimaciones que decían, tras la cuarta misión de mantenimiento, que podría durar al menos hasta 2018 ya que en cuanto solucionen lo del giroscopio lo volverán a poner en marcha. Y yo apuesto a que tenemos Hubble hasta la década de los 2020.

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