Se lo tenían realmente callado, pero el Still Testing, el primer cohete Electron de Rocket Lab en entrar en órbita, llevaba una carga extra secreta aparte de un Dove de Planet Labs y dos Lemur-2 de Spire.
Se trata de una mezcla entre satélite artificial y obra de arte conocida como Humanity Star –la estrella de la humanidad– diseñada por Peter Beck, el presidente de la empresa. Es una esfera geodésica de 65 facetas altamente reflectantes con un diámetro de aproximadamente un metro que no tiene otro objetivo que ser vista e invitar a reflexionar:
Durante milenios, los seres humanos nos hemos centrado en nuestras vidas y problemas terrestres. Pocas veces nos detenemos como especie, miramos a las estrellas y nos damos cuenta de nuestra posición en el universo como una pequeña mota de polvo en la grandeza de todo.
La humanidad es finita, y no estaremos aquí para siempre. Sin embargo, frente a esta casi inconcebible insignificancia, la humanidad es capaz de grandes y nobles cosas cuando reconocemos que somos una sola especie, responsable de cuidarnos unos a otros y a nuestro planeta, juntos. La Estrella de la Humanidad tiene como objetivo recordarnos esto.
Personalmente, tengo sentimientos encontrados con este tipo de cosas, porque me preocupa que pueda interferir con alguna observación científica, aunque al mismo tiempo me maravillo de que hayamos llegado a un punto de la era espacial en el que nos podemos permitir este tipo de cosas sin utilidad práctica.
En cualquier caso está en una órbita relativamente baja que decaerá en unos nueve meses y al estar hecha en fibra de carbono se desintegrará por completo cuando reentre en la atmósfera.
En la web dedicada a Humanity Star hay un mapa que te permite averiguar cuando podrás verla.
Beck le ha ganado por la mano a Trevor Paglen, el creador de Orbital Reflector, el que pretendía ser el primer satélite–escultura de la historia y que, en principio, iba a ser puesto en órbita en primavera de este año.
Y a los dos les hubiera ganado Mayak, un CubeSat de tres unidades que tenía como objetivo principal desplegar un reflector solar formado por cuatro paneles triangulares de 4 metros cuadrados cada uno que lo habría convertido, al menos según el equipo del proyecto, en el objeto más luminoso del cielo nocturno tras la Luna… aunque no lo consiguió a pesar de haber sido puesto en órbita.