La NASA acaba de hacer públicos los datos que ha obtenido su telescopio espacial Kepler de la estrella Trappist-1 entre el 15 de diciembre de 2016 y el 4 de marzo de 2017, aunque con un hueco de cinco días causado por un reinicio del telescopio al ser golpeado por un rayo cósmico.
Trappist-1 es una estrella que en las últimas semanas ha dado mucho que hablar ya que a finales de febrero se nunció que se habían detectado seis –probablemente siete– planetas de tamaño similar a la Tierra en órbita a su alrededor, aunque de tres de ellos ya sabíamos desde mayo de 2016.
Salvo esos cinco días «de carencia» es la observación contínua más larga de Trappist-1 y debería permitir a los astrónomos refinar las mediciones que ya tenemos de los seis planetas más próximos a la estrella y, quizás, confirmar que existe y averiguar ya el periodo y la masa del séptimo y más lejano.
Pero ojo, que las observaciones de Kepler –y de todas las observaciones que tenemos de Trappist-1 de hecho– se parecen a esto:
Observaciones de las que se sacan gráficas como esta:
Disminución del brillo de Trappist-1 visto por Kepler según sus planetas pasan entre ella y nosotros – Tom Barclay
Y en absoluto a esto:
Impresión artística del sistema Trappist-1
Sabemos el periodo de los planetas que orbitan Trappist-1 y que su tamaño es similar al del nuestro; de tres de ellos, por la distancia a la que están de la estrella y por las características de ésta, podemos suponer que tienen las condiciones como para que pueda existir agua líquida en su superficie… Pero de ahí a saber qué pinta tienen desde el espacio va un abismo; la ilustración «bonita» de los planetas que precede a este párrafo no es más que una impresión artística. Y eso es algo en lo que quizás no incidimos lo suficiente.
Esto no quita ningún mérito, ojo, a que seamos capaces de detectar planetas del tamaño de la Tierra a 40 años luz de distancia, y quién sabe qué podremos hacer el en futuro con nuevos telescopios más potentes.
La publicación de estos datos por parte de la NASA me parece también un momento excelente para recuperar el vídeo que abre esta anotación, en el que Javier Armentia habla precisamente del anuncio el pasado mes de febrero del descubrimiento de estos planetas extrasolares. En él deja claro que no tenemos ni idea de si pueden albergar vida –aunque algunos ya estaban dispuestos a mudarse allí– y que aunque la NASA ha colaborado en su descubrimiento éste es trabajo de varias universidades de todo el mundo, sobre todo la de Lieja, y de varios observatorios, sobre todo del Observatorio Europeo Austral.
El telescopio Trappist, que da nombre a la estrella protagonista de esta anotación
De hecho el nombre de la estrella viene del telescopio Trappist, un telescopio belga instalado en el Observatorio Europeo Austral en Chile en su observatorio de La Silla y operado por control remoto desde Lieja.
(El vídeo de las observaciones lo encontré en Reddit vía Elzo_).