El 14 de julio de 2017 un Soyuz 2-1A establecía un nuevo récord para este modelo de cohete al poner en órbita 73 satélites con un solo lanzamiento.
Uno de los satélites que iba a bordo era Mayak, un CubeSat de tres unidades que tenía como objetivo principal desplegar un reflector solar formado por cuatro paneles triangulares de 4 metros cuadrados cada uno que lo habría convertido, al menos según el equipo del proyecto, en el objeto más luminoso del cielo nocturno tras la Luna.
Otros objetivos eran comprobar el funcionamiento de sus reflectores como aerofreno para poder deorbitar satélites al final de su misión y el estudio de la densidad del aire a gran altitud, lo que ayudaría a verificar y refinar el brillo aparente de estrellas y otros objetos.
Pero casi un mes después de su puesta en órbita nadie ha podido detectar el brillo de Mayak, aparte de que de haberse desplegado correctamente el reflector su órbita tendría que haber ido bajando más que las de los otros satélites que fueron lanzados con él, lo que no está sucediendo.
Por ello la conclusión a la que ha llegado el equipo es que los reflectores nunca llegaron a desplegarse… y es muy complicado que nunca lleguemos a saber por qué ya que Mayak no llevaba ningún tipo de transmisor que le permitiera comunicar su estado a nadie.
Y es que en el espacio no hay misión sencilla.
(Vía Spaceflight 101).