Por @Wicho — 22 de septiembre de 2022

La parte superior de la primera etapa, la segunda etapa, y la cápsula Orión, con la torre de lanzamiento al fondo, en esta imagen en la que se ve como el cohete purga oxígeno e hidrógeno en forma de vapor al tener los depósitos ya llenos
El SLS con los depósitos llenos – NASA TV

Tal y como estaba previsto, la NASA hizo ayer un ensayo de carga de propelentes en el cohete SLS que tiene que lanzar la misión Artemisa I hacia la Luna. Y por fin consiguió –más o menos– cargar por completo los depósitos de hidrógeno y oxígeno líquidos de la primera y segunda etapa del cohete y mantenerlos a la presión necesaria para el lanzamiento. Es la primera vez que consiguen tal cosa con el cohete en la plataforma tras dos intentos de lanzamiento fallidos.

Con esto, según la agencia, han conseguido varios objetivos:

  • Comprobar que la fuga de hidrógeno líquido (LH2) detectada en el intento de lanzamiento del 3 de septiembre ha quedado eliminada.
  • Hacer la carga siguiendo nuevos procedimientos que buscan reducir el choque térmico que sufren conducciones y conexiones al fluir por ellos el LH2 y el oxígeno líquidos (LOX), que están a LL y LL respectivamente. Esto minimiza el riesgo de fugas, y además al ir aumentando poco a poco la presión de carga, contribuye a que las conexiones se sellen mejor, pues están diseñadas para ser más estancas a mayor presión.
  • Hacer el enfriado paulatino de los motores principales del SLS dejando pasar con ellos Lh2. De nuevo la idea es que no se vean expuestos de repente a toneladas de LH2 y LOX que puedan enfriarlos demasiado rápido.
  • Poner los tanques de propelentes de la primera y segunda etapas a la presión de lanzamiento.

Pero todo esto no fue coser y cantar; hubo varias paradas y retrasos en el proceso que llevaron a que terminara con casi tres horas de retraso sobre lo previsto. De haber estado trabajando para un lanzamiento, casi con toda seguridad se habrían comido la ventana de lanzamiento, que en el mejor de los dos casos es de dos horas para la misión Artemisa I, antes de estar listos. Además, aunque finalmente consiguieron controlarlas, hubo varias fugas de hidrógeno líquido que habrían obligado a detener, al menos temporalmente, una cuenta atrás porque excedieron los márgenes de seguridad.

La agencia tiene todavía que evaluar los datos obtenidos ayer antes de decidir si van a intentar un lanzamiento el día 27 de septiembre. Pero además aún quedan dos grandes incógnitas.

Huracanes y sistema de autodestrucción

Por un lado, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, responsable de la seguridad de los lanzamientos desde el Centro Espacial Kennedy, aún no ha dado permiso para lanzar el SLS con la certificación del sistema de autodestrucción del cohete vencida en más de 25 días. Es el sistema que asegura que, si el cohete, se desvía de su trayectoria, se puede destruir en remoto. Pero sus componentes están certificados sólo para 20 días después de su activación. Y para el día 27 llevarán ya 46 días activados.

Por otro, la onda tropical denominada Invest 98L, que amenaza con convertirse en un huracán, podría dirigirse en los próximos días hacia Florida. Y la NASA no quiere, por supuesto, que pille al SLS en la plataforma de lanzamiento. Y en el caso de decidir llevarlo de vuelta al Edificio de ensamblado de vehículos (VAB) necesitan tomar la decisión con tres días de antelación, con lo que la cosa puede andar un tanto justa. Así que la NASA no sólo tiene que luchar contra el hardware sino que ahora se añaden los elementos a la ecuación.

Pero desde luego si la NASA se lleva el cohete al VAB a causa de Invest 98L lo más seguro es que aproveche para revisar el sistema de autodestrucción. Y con eso definitivamente se perderían la ventana de lanzamiento actual, que termina el 4 de octubre, así que tendrían que esperar a la que va del 17 al 31.

Hay que ir sacando las palomitas.

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