Por @Wicho — 20 de octubre de 2020

Después de casi dos años de estudios del asteroide Bennu y de un par de ensayos la sonda OSIRIS-REx de la NASA está lista para intentar tomar una muestra de 60 gramos del asteroide para traerla a casa. El intento tendrá lugar a las 00:12 del miércoles 21, hora peninsular española (UTC +2).

Lanzada el 8 de septiembre de 2016 la sonda entraba en órbita alrededor de (101955) Bennu el 31 de diciembre de 2018. Tras varios meses haciendo un detallado mapa de su superficie gracias a su altímetro láser y después de haber tomado miles de fotos la NASA anunció en diciembre de 2019 que había escogido por fin un lugar para tomar la muestra.

Pero escoger el sitio para la toma de muestras resultó ser más complicado de lo que esperaban. Porque a diferencia de lo previsto Bennu no estaba cubierto de un fino polvo y pequeñas piedras sino de grandes rocas. La zona escogida, de entre cuatro finalistas, está en el cráter Nightingale. Es de las pocas presentes en Bennu a las que la sonda puede aproximarse en una trayectoria que no la acerque demasiado a ninguna roca y que a la vez es lo suficientemente grande como para que la sonda tenga espacio para acercarse a la superficie para tomar la muestra sin correr demasiado riesgo de chocar con nada.

Simulación del espacio del que dispone la sonda en Nightingale – NASA
Simulación del espacio del que dispone la sonda en Nightingale – NASA

La maniobra propiamente dicha comenzará a las 20:20 del martes 20 de octubre. Tras colocarse en la orientación adecuada la sonda extenderá su brazo de toma de muestras, conocido como Tagsam, y luego levantará los paneles solares para tomar forma de Y. Esta maniobra protege en cierta medida los paneles y hace además que el centro de gravedad de la sonda quede justo en la vertical del brazo de toma de muestras, lo que facilita la maniobra. Luego se irá aproximando poco a poco a la superficie de Bennu, siguiendo un plan de vuelo cuidadosamente programado, hasta tocar la superficie. Como decíamos antes eso está previsto para la 00:12 del miércoles 21.

En cuanto los sensores de a bordo detecten el contacto se disparará una carga de nitrógeno comprimido que levantará material de la superficie para facilitar la entrada de polvo y guijarros en la cámara de muestras. Hecho esto la sonda disparará sus motores para alejarse a una distancia segura del asteroide.

Más tarde tomará imágenes del interior de la cámara para comprobar que efectivamente hay algo dentro de ella. Y si es así procederá a girar sobre sí misma con el brazo extendido para calcular de cuantos gramos es la muestra. Si hay al menos 60 gramos «sólo» quedará guardarla y emprender el camino de vuelta a casa, a dónde está previsto que llegue el 24 de diciembre de 2023. Si la muestra no es lo suficientemente grande hay nitrógeno como para otros dos intentos, aunque en ese caso el segundo intento no se produciría al menos hasta enero de 2021, así que el retorno de la muestra se vería pospuesto.

Todo esto sucede con Bennu a unos 315 millones de kilómetros de la Tierra, con lo que no hay forma de controlar la maniobra en tiempo real; todo será ejecutado de forma autónoma según la programación que ha recibido.

Habrá actualizaciones de la maniobra a través de la cuenta de Twitter de la misión, @OSIRISREx, y a partir de las 23:00, siempre en hora peninsular española, se podrá seguir a través de NASA TV.

Es la primera vez que la NASA intenta tomar muestras de un asteroide, aunque no es la primera vez en la historia que hacemos tal cosa. Las sondas Hayabusa y Hayabusa 2 –aún en camino de vuelta– hicieron lo propio con los asteroides Itokawa y Ryugu.

Otras misiones de la NASA que han traído muestras de vuelta, además de las del programa Apolo, son Stardust, que trajo muestras tomadas de la coma del cometa Wild 2, y Genesis, que trajo muestras de viento solar aún a pesar de estamparse contra el suelo de Utah al no desplegarse los paracaídas.

Estudiar estas muestras en Tierra permite unos análisis muchos más completos y sofisticados que los que podrían hacer los instrumentos de a bordo. Los resultados de estos estudios complementaran los datos sobre la composición de la superficie de Bennu obtenidos por los instrumentos de la sonda. Estudiar asteroides nos permite entender mejor el origen del sistema solar, ya que son como muestras cogeladas de aquellos tiempos primigenios.

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