Juno con su motor en primer plano
El 5 de julio de 2016 la sonda Juno de la NASA entraba en órbita alrededor de Júpiter. La idea era que describiera dos órbitas de captura, con una altitud mínima de 4150 kilómetros sobre las nubes del planeta y máxima de ocho millones de kilómetros y con un periodo de 53 días, para luego utilizar el motor principal para cambiar a una órbita de trabajo de 5000×1,9 millones de kilómetros y 14 días.
Esto tenía que haber sucedido el 19 de octubre de 2016, pero la NASA decidió posponer esa maniobra porque dos válvulas del sistema de combustible del motor principal no funcionan como deberían y querían asegurarse de que si intentaban la maniobra todo saldría bien.
En diciembre de 2016 la NASA tampoco se decidió a intentar el cambio de maniobra, y tal y como se puede leer en NASA’s Juno Mission to Remain in Current Orbit at Jupiter ya nunca lo hará.
Así, Juno se quedará en su órbita actual de 53 días para desarrollar su misión, lo que implica que tardará casi tres años más en cumplir su misión de lo previsto originalmente.
La decisión es razonable, pues no tiene mucho sentido arriesgar toda la misión sin la seguridad de que el motor vaya a funcionar correctamente, pero crea una incertidumbre acerca de la duración de los sistemas de a bordo pues la radiación en las proximidades de Júpiter es intensísima –no en vano los instrumentos principales de Juno van metidos dentro de una especie de cofre de titanio con paredes de un centímetro de grosor– y acerca de la financiación de la misión.
En el caso de los instrumentos la órbita más elíptica hace también que estén menos tiempo expuestos a lo peor de la radiación del planeta, así que lo mismo la jugada sale bien; en el caso de la financiación… ¿Quién sabe lo que puede pasar con la administración Trump al mando?
Así que mientras vemos qué pasa Juno y sus instrumentos seguirán recogiendo datos que nos permitirán analizar la composición de la atmósfera de Júpiter, quizás dilucidar si tiene o no un núcleo sólido bajo su manto de nubes, y estudiar con detalle su campo magnético, sus emisiones de radiación, y su campo gravitatorio.
Aparte de sus instrumentos científicos Juno lleva a bordo una placa que homenajea a Galileo Galilei, descubridor de los cuatro satélites más grandes de Júpiter, y unas figuras como las de Lego hechas en aluminio que representan a Júpiter, su esposa Juno, y al propio Galileo
Todo eso nos ayudará a saber más del origen de nuestro sistema solar, ya que a fin de cuentas, y que me perdonen los astrónomos de la sala, Júpiter no es más que una estrella que se quedó pequeña y nunca llegó a encenderse.
Eso sí, vistos los problemas con el motor, la NASA parece haber tenido una buena dosis de suerte el día de la inserción orbital.
Juno está en Twitter como @NASAJuno.