Pues poco ha tardado la NASA en volver a retrasar el lanzamiento del Telescopio espacial James Webb. Ya no va a ser mayo de 2020, como había anunciado en marzo de este mismo año, sino que ahora será, si no se vuelve a retrasar, el 30 de marzo de 2021.
Aunque para ser justos hay que decir que mayo de 2020 siempre había sido dada como una fecha no definitiva pendiente del análisis de la situación por parte de un comité externo de expertos que justo acaba de hacer público su informe. Y en él recomiendan que la agencia y Northrop Grumman se den un año más para afrontar la fase de integración del JWST y de pruebas previas al lanzamiento.
En 2011 –tras numerosos retrasos ya; este es el número 14– la NASA se había comprometido a una fecha de lanzamiento «definitiva» de octubre de 2018, fecha que desde finales de 2017 estaba ya claro que no se iba a cumplir. Pero el retraso hasta 2020 casi con toda seguridad provocará que el proyecto se pase además de los 8.000 millones de dólares establecidos como tope también en 2011.
Es el enésimo aplazamiento del lanzamiento del James Webb Space Telescope, que cuando fue propuesto originalmente iba a ser lanzado en 2007. Así que si finalmente despega en 2021 lo hará con 14 años de retraso. Por eso algunos dice que en realidad JWST viene de Just Wait Space Telescope, Telescopio Espacial Tú Espera.El JWST será el telescopio espacial con un espejo más grande jamás puesto en órbita, lo que unido a su gran sensibilidad en el infrarrojo nos permitirá ver el universo muy lejano y muy antiguo como nunca antes lo habíamos visto y sin duda traerá consigo grandes descubrimientos… pero sus continuos retrasos y sobrecostes –el nuevo retraso los aumenta– están perjudicando a otras misiones y divisiones de la NASA, por no hablar del quebradero de cabeza que está siendo en cuanto a la imagen pública de la agencia, por mucho que en el vídeo mencionen lo complicado que es y que merecerá la pena.
Además, cada vez queda menos margen ante la retirada del Ariane 5, el cohete en el que está previsto lanzarlo, que la Agencia Espacial Europea tiene previsto retirar en 2022. Y sobrepasar ese límite sería un gran problema, pues la NASA tendría que pagar un dineral a la ESA para que mantuviera las instalaciones necesarias en servicio o bien aceptar pasar el lanzamiento a un Ariane 6, lo que provocaría nuevos retrasos y aumentos de los costes.